Fuente: El Faro Luz y Ciencia, lunes 21 de abril de 2020, CDMX.
Escrito por: Vanya Samara Hernández* Miembro de la Red Juvenil El Faro/Agenda 2030
En México vivimos una pandemia con 61.7 millones de pobres, para quienes el confinamiento requerido para reducir los contagios de COVID-19 no es fácil. Protejamos a los más vulnerables.
En 1994 las Naciones Unidas presentó el concepto de Seguridad Humana, que busca poner el eje central de la seguridad internacional en el bienestar y calidad de vida de las personas. Se desarrollaron siete áreas de la seguridad: económica, alimentaria, medio ambiental, sanitaria, personal, política y de la comunidad.
En el año 2000, las áreas de la seguridad humana se materializaron a través de los llamados Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas, que posteriormente en el 2015 (Agenda Post-2015) pasaron a ser los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.
El ODS 1, la “Erradicación de la pobreza”, es la materialización del primer principio de garantía humana y de la seguridad económica y social. Autores como Natalia Ariza, consideran que la seguridad económica es la base del bienestar general de la población y el punto de partida para alcanzar las demás áreas de la seguridad humana.
Tener un empleo formal, con prestaciones de ley, con un salario digno que nos permita la obtención de nuestras necesidades básicas son una de las principales metas que se deben lograr para cumplir con el ODS 1.
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La pandemia del COVID-19, si bien es una enfermedad sanitaria que ha alcanzado a países ricos y pobres, también ha logrado evidenciar las desigualdades estructurales tanto a nivel internacional como nivel nacional.
Países con altas tasas de su población en empleos formales, con seguro social, seguro de desempleo y con salarios mínimos dignos, pueden seguir las medidas de confinamiento sin que esto implique un riesgo para la supervivencia básica. Esto no quiere decir que no deban enfrentarse a otras complicaciones como por ejemplo la depresión y la ansiedad.
Pero para otras regiones, como América Latina donde las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL calculan que en esta pandemia, la población en pobreza suba de 185 a 220 millones de personas; y en pobreza extrema de 67,4 a 90 millones; esta supervivencia básica se encuentra en riesgo.
En México, la mitad de la población está en situación de pobreza. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social CONEVAL en el 2018, en el país habitaban 52.4 millones de personas en situación de pobreza, es decir el 41.9% de la población y 9.3 millones de personas en situación de pobreza extrema, es decir 7.4% de la población. Esto nos deja un total de 61.7 millones de pobres, es decir, 49.3% de la población mexicana.
Por otro lado, el salario mínimo aumentó en enero de 2020 a $123.22 por día, lo que si multiplicamos por los días laborales aproximados en un mes nos da un total de $2,957.28. Tomando como referencia “la Evolución de la Canasta Alimentaria” del CONEVAL, en la primera quincena de 2020 una canasta básica de 80 productos básicos cuesta $2780.28. Esto suponiendo que se está en un trabajo formal que respeta las disposiciones oficiales.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI, en México (2019) hay 57 millones de personas activas económicamente, el 60.2% de la población, de las cuales, solo 20,482,943 están inscritos en el Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS, mientras que se estima que, en febrero de 2020, el 56.3% de la población se encuentra en la situación de empleo informal.
Por lo anterior, podemos decir que aproximadamente la mitad de la población debe decidir entre confinarse en casa para protegerse del contagio de COVID-19, o salir a intentar generar ingresos mínimos para poder sobrevivir.
El COVID-19 no solo está teniendo impactos sanitarios, sino también sociales y económicos. ¿Cómo se enfrenta una pandemia sin los medios básicos para protegerse? ¿Cómo enfrentar una pandemia cuando se debe decidir entre quedarse en casa y morir de hambre o salir a la calle y arriesgarte al contagio?
El paro de las actividades deja a mucha gente en incertidumbre, en desempleo y sin ingresos para poder sobrevivir durante esta crisis mundial. Aquellos que pueden salir, sobre todo los que dependen de la venta, ven la tasa de clientes disminuido y por lo tanto su ingreso también.
¿Cómo sobrevivirá el país a esta pandemia? Solo basta fijarse en las calles de la periferia como la gente sigue abriendo sus negocios y sus puestos, aunque sepan que la venta anda baja. Basta fijarse como los restaurantes locales deben bajar sus precios a la mitad para no tener tantas pérdidas. Debemos pensar como la estarán pasando los que trabajan en almacenes y comercios cuando estos cierran por la pandemia.
Mientras que en algunas grandes empresas se obliga a los trabajadores a asistir a las oficinas y se han realizado despidos injustificados. De acuerdo con el informe del CONEVAL, el país perdió 346 mil 878 trabajos formales del 13 de marzo al 6 de abril.
El 5 de abril, el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador presentó el Plan de Reactivación Económica para atender las emergencias sociales y económicas en el país, argumentando: “En suma, los programas sociales y de desarrollo promovidos por el Gobierno este año llegarán a 22 millones de beneficiarios” con apoyos a grupos vulnerables y las microempresas. Sin embargo, el reto continua.
Leer más: Plan de Reactivación Económica
La emergencia por el COVID-19 ha evidenciado la gran brecha y el trabajo que debe recorrer México para lograr el compromiso internacional con la Agenda 2030 y particularmente con al primer ODS.
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No sólo se debe trabajar en el corto plazo, sino mediano y largo plazo. Se debe garantizar y obligar a las grandes empresas que cumplan con las obligaciones laborales para con sus trabajadores, y continuar fomentándose nuevas estratégicas para el apoyo a las pequeñas y medianas empresas.
Los programas sociales deben ser planeados y diseñados para ser un apoyo para que los más vulnerables eventualmente dejen de necesitarlo de forma sostenible y no estén en riesgo inminente de regresar a ella. Debe buscarse una mayor recaudación de impuestos y un combate a la corrupción, así como al desvío de recursos para que las obras públicas alcancen a más personas y puedan ser realmente beneficiosas.
Pero, lo más importante es dejar de estigmatizar la pobreza, porque mientras lo sigamos haciendo, no podremos proponer y construir acciones desde todos los sectores, incluyendo la ciudadanía, para erradicarla.
Trabajemos para que todas las personas pueden vivir satisfaciendo correctamente sus necesidades básicas.
Twitter: @SamaraH60293063