El México propio: vida e historia (XVII)

La movilidad social

Tenemos una paradoja social basada en que enaltecemos el resultado de las grandes obras y los personajes, pero, en la generalidad de los casos, resulta incómodo replicar el proceso que los llevó ahí, a pesar de que cada quien, en su realidad, hacemos en todo momento un gran esfuerzo por traer pan a la mesa, sobre todo el pueblo mexicano, provocando (sobre cómo se ve) primero, una gran admiración a la vez que es clasificado como algo distante, casi inhumano por sacrificar las banalidades de la vida. Como dicen los héroes y líderes terminan siendo amados u odiados, o … quizá, solo faltó cambiar el enfoque de la formación nacional, o ¿a poco se compran la idea de que estamos condenados a ser subordinados en vez de país potencia?

Hay que comprender una cosa, y desmitificar este asunto, junto a otro que es la oportunidad que tienen las personas para la movilidad social, y ¿por qué lo uno a esta última exposición? Porque el logro y el esfuerzo ya sea de un país, de grandes proyectos o la autorealización que desea cualquier persona implica el conjunto de dos elementos: el esfuerzo y las oportunidades, puestas y entretejidas como en el cruce de líneas horizontales y verticales que cierran el manto. Ambas están, interactuando, estirándose y balanceando según lo que nos ha tocado a cada quien.

Con esto empiezo la discusión de un proyecto de nación: la construcción de la movilidad social para hacer grande a la nación y felices a los individuos que viven en ella.

¿A qué me refiero?, ejemplifico con las condiciones de todos los estudiantes y su futuro después de las aulas:

En el caso de la UNAM, el perfil de estudiantes y profesores es muy diversificado, propicio por su autonomía y porque quien carga con el gasto es el pueblo mexicano, sin por ello, perder su exigencia, en contrario, se ha mantenido como la mejor universidad del país, y la segunda de Iberoamérica (hay que recuperar ese primer lugar y se logrará con consolidar patentes y mejores condiciones laborales de la docencia).  

Ahí, acceden por medio de pase automático o examen, un grupo de personas que para haber llegado ahí, debieron haber superado las adversidades de sus entornos, ya sea económicos, culturales o de la desidia, para finalmente estar, inevitablemente quitando el chance a otra persona (a menos que el derecho educativo superior sea universal y no se resuelve con que no haya examen de ingreso sino que haya suficiente cobertura en el gasto), y … ya estando ahí, terminar, titularse y tener éxito en la vida profesionista.

Ojo, doy líneas a la UNAM, por ser el alma mater que me dio tal oportunidad de movilidad y no deja de ser una gran entidad, pero cualquier universidad o instituto educativo representa un valor institucional fundamental para el rumbo de la nación, porque permite ampliar las posibilidades a quienes ingresan, y que se vuelven en certeras cuando corresponde con las necesidades y accesibilidad en la profesión.

Es decir, que el derecho a la formación corresponda con el trabajo digno y el desarrollo intelectual del país. Si alguno no embona y hay demasiada oferta o demanda en un lado y poca en otra, algo anda mal en la estrategia.

Aquí, debo aclarar un punto, para que la sociedad camine necesita de la educación, que implica la formación de valores e identidad nacional, y de la escolaridad, que implica la profesionalización de aptitudes y habilidades; son las columnas que sostiene la continuidad del Estado-nación porque la población se identifica como tal de un territorio en sus características y representado por sus gobernantes.

En esa dinámica de entrar a la universidad, de tener a 60 alumnos en un salón (así pasa en primer semestre de la UNAM), hay quienes la distancia para llegar a la escuela es menor o mayor, los recursos en la bolsa son escasos o sobrados, el transporte que usan puede ser personal o colectivo, así como eficaz o inseguro, del entorno familiar que vienen puede ser cooperativo o adverso, de la concientización que tengan de lo que quieren hacer y la voluntad que lo sostenga puede ser poco o justo y la alimentación fundamental para la concentración puede ser óptimo o mínimo. Es decir, ninguno entra en condiciones de igualdad, más que en una cosa: que todos tienen una matrícula que acredita que son de la UNAM; de ahí, la forma en que avancen dependerá de cada uno según sus circunstancias.

El mundo no es justo como una vara recta, es sabio, porque en la diversidad hay quien sabe hacer lo correspondiente, como aquella ruta campo traviesa, en que a veces te toparás con peñascos, o montañas muy endebles en su tierra, quizá serpientes, arroyos, y todo ello, debe ser superable según las decisiones que tomemos, de lo cual, no sirve en lo personal de nada pensar que el otro tuvo mejores condiciones que uno para crecer, pero visto desde el estadista, sí importa mucho como hacer más sabias las políticas para que cada integrante de tu nación sea la mejor versión de sí mismos y se conduzcan en unidad como un tronco inquebrantable.

Les recomiendo una película, bueno, mi favorita: “La fuerza de uno” con Stephen Dorf, John Gielgus y Morgan Freeman, que es la raíz del movimiento sudafricano. Hermoso lo que hace la educación y la unidad.

El ser humano es diversidad, y nuevamente la sabiduría es lo que permite pensar tal cual las cosas sin complejidad, porque habrá quien sea más alto y pueda tirar mejor a la canasta por tanto lo pondremos al frente del campo, otro que sea rápido y para ello servirá en los pases, otro que tenga buen brazo y será un buen lanzador; y con eso, no por saber que tienen más atributos que uno, sintamos complejidad y obstruyamos su avance, como tampoco, desconozcamos nuestras propias capacidades y circunstancias. Así es la vida.

¿Quiénes son ustedes? Hay que analizarnos primero físicamente, después en las habilidades desarrolladas natamente, en la primera infancia que domina el 70% de nuestro comportamiento y por medio del esfuerzo; de estos tres, el que termina dominando es el último, y finalmente, espiritualmente, que se divide en la personalidad o esencia y el núcleo de nuestra cosmogonía: dar una razón de ser, da claridad de existir.

En lo propio, llegué a ser muy competitiva, me encantaba (me encanta) los retos, porque disfruto ver mis alcances y el de los otros, que contrario a molestarme en encontrar a alguien mejor a mí, se gana mi respeto y por supuesto que lo quiera en mi equipo (XD). Nunca fue tema ser más chica de tamaño o menos hábil en unos asuntos, porque me apoyaba de los que sí lo eran, hasta que terminé amando más la estrategia y la construcción de la bandera con proyecto, siendo lo más emocionante para mí, verlo concretado y conforme más difícil y adverso, más me gusta la idea de superarlo con un plan y equipo. De lo demás, más que nacer con virtudes más que la tenacidad y la imaginación, fue mucha caída y levantada.

Siempre fui idealista, por lo que me ayudó la formula contraria proveniente de la enseñanza de mis maestros universitarios que me dieron las herramientas del realismo, especialmente, de la que me sostuve, del realismo político, tanto, que ahora doy la materia de Política Mundial, que con honra digo, también lo da uno de mis grandes profesores, Manuel Martínez Justo, además de Halyve Hernández.

Quiero utilizar este espacio para explicar un poco. La carrera de relaciones internacionales, sobre todo rompe mitos que se enseñan desde la educación familiar y la primaria, considerando que la forma de hacer las cosas en nuestro entorno y nuestra nación o religión, es “la única verdad”, “lo bueno”, “lo bello” o “lo correcto”, cuando el mundo es un mosaico y no hay soluciones unitarias, ni caminos unitarios, más bien, todos los rumbos pueden llevar a Roma, pero, como gobierno, algún camino hay que dar o quizá las facilidades para todos.

Igualmente, se comprende que el principal actor de las relaciones internacionales (y no diré el Estado), el ser humano, ha llevado decisiones que generan un efecto histórico y particularmente quien está en el poder, convertido en miles de matices de un solo ente y suceso en potencia.

¿Pueden imaginar a un Mao escapando a la montaña por sexta vez y terminar siendo apoyado por bandidos? ¿A la reina Isabel volviendo corsario a los piratas para volverse en la mayor potencia marítima? ¿A Napoleón Bonaparte nieto, convenciendo a Maximiliano que su segundo imperio estaría en México y con eso geopolíticamente derrotar a Estados Unidos para después caer en las manos del estratega Juárez aquí y de Bismarck en Prusia? ¿Una tribu que ha sido un matriarcado? ¿Sociedades con distintos dioses y cosmogonías que si dos se encuentran puedes hacer guerras de siglos? Las relaciones internacionales son relaciones humanas en potencia de su poder mundial.

De ese conocimiento que aprovechamos en mayor o menor medida los que pasamos por esas aulas, ahora nos ha permitido tener algo más que el resto que no tuvo esa oportunidad o no la aprovechó, y aunque no nos ha ido igual en la vida, sí accedimos a otro circulo más personal.

No es lo mismo lo que aprendió el ingeniero petrolero, a lo que sabe un programador, un actuario o quienes vemos ciencias sociales, y como dice el dicho, si tienes limones has limonada; es parte del modelo del siglo xx de la división de trabajo y la especialización, y sumado a ello, en este siglo xxi, se da valor principalmente a los creadores de ideas, sin que lo otro deje de existir.

Sin embargo, hay un tema, que el Estado, con su burocracia y representantes electorales no hemos sabido administrar y es que se carece de plan estratégico generacional, porque resulta que para el 2021 teníamos a más del 50% con solo secundaria, y de ese, menos del 10% llega a la educación superior, que, al egresar, no encuentra donde emplearse según su especialidad, mientras que lloramos por falta de médicos especializados, o ingenieros de las nuestras industrias, haciendo miserable el trabajo obrero, campesino y uno más que es igual de vulnerable, los que trabajan en call centers, en plataformas digitales de geolocalización como Uber y el prestador de servicios sin seguridad social que se concentran en las ciudades.

Para quienes decidimos estar en la política para entrar a la toma de decisiones en los distintos órganos del Estado y sobre todo gobernando lo más arriba posible o en lo más local, debemos comprender que vivimos en una sociedad que no es igual, en que los seres humanos nacen con parámetros y naturalezas similares, más, su condición física y en dónde/cuándo les tocó nacer y crecer definen mucho según el acceso o limitación de las oportunidades. Comprendiéndolo, toca resolver.

Nosotros podemos decir que quien desea mejorar lo hará, y sí, en efecto con voluntad se puede mover montañas y caminar mares, pero ser soberano justo, es pensar que debemos dejar las cosas en las mejores condiciones para toda nuestra nación, porque si decimos eso de los individuos, pues el pensamiento colectivo debe ser igual de perfeccionista, materializado en mejorar tu casa y procurarla. México es nuestra casa.

Ahora recordando al premio Nobel de Economía de este 2024, Ricardo Aronskind, que expresaba (en síntesis) que el progreso o decadencia de una nación se da por su costumbre histórica, como de Latinoamérica que dice, trae una cultura colonizada y de una nación arraigada (en ese entonces), por tanto, hace cosas que impide su progreso. ¿Qué opinan? En mi caso, digo que solo debe ser vista así, cuando la costumbre lo sigue siendo porque el colectivo lo cree como tal consciente o inconscientemente y ¿saben cómo se mantiene o se reforma? Sí, por medio de la educación y escolarización de las generaciones. No olviden que toda sociedad alguna vez fue conquistador o conquistada y la clave de su futuro está en su formación de identidad y herramientas para el desarrollo.

La nueva escuela no la han pichado ni cachado, pero es la clave de construir una economía del bien común para que el océano no sea tan temible ni el cielo tan distante.

Ahora sí me extendí, ni modo, estoy seguro que lo disfrutaron.

Abrazos.

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