Juventudes sostenibles de un futuro incierto | Del Interior Al Exterior

De: Dora Isabel González Ayala

Estamos en la cifra uno de aproximaciones inciertas, el mundo se ve con otros ojos jamás imaginados y la posibilidad de un futuro cumplido recae en la edad de las transformaciones.

¿Quién esperaba la angustiosa sombra en la puerta de nuestro año? Todo ser humano en cada rincón de la tierra esta experimentando la duda y como si se tratara de cortar una fruta con nuestras propias manos, esa mitad asimétrica está compuesta de juventudes que sienten y que en estos momentos se están definiendo.

Efectivamente, “estos son tiempos de definiciones” pero ¿qué clase de definiciones son posibilidades ante los ojos de las nuevas generaciones acentuadas en las brechas?

Estamos hablando de la sostenibilidad de un nuevo cielo y una vereda más fértil que deberá ser sembrada y protegida por los que ahora viven en carne propia los dolores de la desigualdad. Efectivamente, más del 31.1% de esa mitad del mundo llamado juventud, se encuentran en la pobreza y en nuestro país alrededor del 50%, quienes antes de las preocupaciones personales y del encierro obligatorio en cuatro paredes y con alimento sobre la mesa, habita en ellos la verdadera incertidumbre, el hambre, el sufrimiento de sus familiares y sin un hueco laboral, ¿y si enfermaran?, ¿qué opciones tienen?

Pero la sequía de oportunidades que experimenta nuestra generación “ideal para el progreso”, es resultado de las decisiones o más bien, -no decisiones- de los que antecedieron los años ya pasados; entonces las preguntas siempre están en la punta de sus lenguas ¿qué sucedió para dejar a este mundo así?, ¿qué gobernaron?, ¿qué asumieron?, ¿qué protegieron?, ¿y la prosperidad? La juventud se siente sin soluciones, ni siquiera enjuiciando a los responsables de la egoísta inconsciencia ¿Alguna luz en el camino?

Entre las difíciles tareas de gobernar en lo público y en lo privado, una pieza fue dejada como segunda opción. En estos momentos, no hay empleabilidad suficiente, tampoco seguro social, sin jubilación general, falta de ingresos suficientes para asegurar su tranquilidad que se tiene por derecho y cabe añadir, con efectos ambientales que empeoran lo que ya era malo, “lo global se hizo común en los sentires individuales”. Y cuando tengan de frente el peso que la independencia trae consigo, ¿qué vía tomarán las juventudes de ahora?, queda en la misma cuerda la posibilidad de lo lícito y lo ilícito.

Esto se percibía desde las grandes salas multilaterales (compuesta de representantes de los Estados, empresas y organizaciones civiles), quienes, por convicción o inercia, concluyeron una Agenda, –aprendiendo de los errores pasados-, con algo que denominaron Objetivos de Desarrollo Sostenible puestos para dar resultados en el 2030, donde exhortaron 17 objetivos multidimensionales y que bajo la palabra elaborada en los planes estratégicos nacionales se daba una opción para su compromiso real, México es un claro ejemplo de compromiso institucional. Sin embargo, ¿quienes entienden sobre lo sostenible?

Todos fuimos responsables, pero no se dimensiona los daños generados.

Unas letras y números “Agenda 2030” que han aparecido en algunos medios y en los espacios públicos que progresivamente van sumándose más entidades de lo privado, que en sus propios entornos de interacción y conocimiento de quienes tienen la posibilidad, es claramente lógico (lo cual, evidentemente lo es), inclusive atractivo, sin embargo, entre los que viven a pie y al día, ¿puede ser de alguna relevancia?, ¿si quiera lo conocen? -y ¿eso me da de comer?- A quienes queremos llegar son los menos impactados.

El verdadero reto se ubica en dos vertientes: ¿cómo concientizar su profundidad en todas las personas? y más contundente, ¿cómo hacerlo real? Recientemente se habló de la recaída negativa en el cumplimiento de estos ODS; aunque no es razón para dejar la lógica del bien común.

A veces confundimos el retroceso con la resistencia. Si algo podemos asegurar es que la falta de voluntades nos trajo un peor escenario, pero también, las pocas que existieron, nos dejaron las partes más bellas; analicemos por un momento. Para ello, las juventudes juegan el papel más importante en este futuro donde los únicos enjuiciados, serán ellos mismos.

Por eso decimos: “Sí, las hostilidades existen; la Pandemia sólo los puso en el foco, y sólo con la ilimitada determinación se vencerá al verdadero enemigo: nuestra inconsciencia”.

Debemos superar un escollo: algo que no tiene efectos inmediatos y tampoco es palpable en lo cercano, difícilmente es creíble, aún así, ¡cómo daña! Es como el viento que nos toca sin verlo, una áspera briza que no distingue entre juventud o vejez, mujeres y hombres, pobres y ricos, sólo llega, como una enfermedad que puede paralizar al mundo entero ¿casualidad?, quizá esta era la prueba solicitada de su existencia.

Nadie es indispensable, aunque todos son necesarios.

Las juventudes, nuestro gran tesoro presente, son el puente entre la niñez sin culpabilidad y la adultez responsable; la fuerza impulsora de cualquier cambio y la que necesitamos despierta, con convicción para detener el curso de un escenario muy oscuro (y sí que puede ser peor) en los próximos años.

Somos aquellos que desde el 2015 (que inició esta Agenda) somos jóvenes, y que para el 2030 seremos sin premura, adultos.

Para ello, debemos acentuar las realidades en que nos ubicamos: la mitad de las juventudes mexicanas sufren la pobreza, quienes difícilmente cubren la canasta básica alimentaria; sólo el 15% han concluido la educación superior; y no son la mayoría los que tienen acceso a los medios digitales.

¿Cómo llegar a ellos? Hacer lo que le corresponde a cada uno y no a dejar nadie atrás; si el gobierno está cimentando las bases, se reconocerá en el futuro venidero, si las empresas se responsabilizan socialmente tendrán la seguridad que han pedido, si la ciudadanía colectiviza podrá sentirse orgullosa y tranquilamente comer del fruto de su cosecha.

Lo fórmula es simple, pero difícil de efectuar: si cada joven que tiene las posibilidades ayuda al joven que no las tiene, entonces podemos hablar de transformación.

Hay un largo camino que no se puede evadir porque nos alcanzará, hagamos sostenible el sueño que el corazón aguarda o está por descubrirse. Estos son tiempos de Unión.

A todas las juventudes, escribamos la historia.

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