La continuidad es el neoconservadurismo

Por Dora Isa González

Las instituciones se hacen de quienes lo conforman, eso incluye a los partidos políticos que cuentan con una estructura, principios y personas que son las encargadas de cumplir o en su caso, contrariar, arruinar y engañar a sus propias bases, haciéndose de la banalidad ideológica para ocultar sus egoístas intenciones.

En sintonía con Gramsci, no siempre quienes se apropian del régimen, en este caso el partido político que llega a gobernar el país y las entidades federativas, mantiene sus promesas y logra garantizar la frase de “primero los pobres”, en cambio, si se sabe de su continuidad en el poder, es decir, convertirse en el oficialismo, para actores políticos y económicos representa la plataforma ideal para sostener su status quo y lo único que se los impide o los promueve son los individuos que lideran la estructura, con los cuales, solo aplicarán una simple técnica: “desviar” sus puras y nobles intenciones con espejos baratos, el opio del poder o en su caso, ellos mismos vestirse de ovejas aunque son voraces lobos. Cada quien a su gusto y conveniencia.

Actualmente, esa continuidad de la denominada 4T, ha dejado de ser la causa que el pueblo consagró, que, con las distinciones del oficialismo diciendo que tiene y es la verdad, se está convirtiendo en el neoconservadurismo más agresivo que ha tenido el país desde el porfiriato, compuesto de oligarquías del viejo régimen y nuevos actores enriquecidos por actividades ilegales en que se ha normalizado la violación de los derechos humanos y el uso de la violencia por propia mano.

Esta cúpula de dos vertientes que ha entrado al partido y a los curules de decisión pública, inclusive irán desplazando a los fundadores que, en muchos de los casos, también han olvidado la causa que alguna vez abanderaron.

Más de uno de los que ahora tratan de justificar por todos los medios e invenciones posibles que la 4T sigue siendo de izquierda, terminará como Schmidt, abogado de la corona del partido nazi, quien embobecido por los nacionalismos de la época, más enamorado del Duce que del Führer en Alemania, hizo todo lo posible para hacer cumplir el sueño del nacional socialismo, al grado, de construir las Leyes de Nuremberg para discriminar a las etnias y religiones, que con su sobrada soberbia personalmente fue a sacar a su compañero judío de academia, Kelsen, de su casa para ser expulsado del país, para después, él mismo ser expulsado por los grupos más radicales y oligárquicos del nazismo. De mí se acordarán cuando les den su último cheque y el ¡gracias compañero camarada por su contribución al partido!

Y es que el asunto que no se ha comprendido, es que ellos en una coyuntura específica del tiempo, simbolizaron por medio de la figura de lo que era (ya no es) un luchador social, el honesto deseo del pueblo de justicia social y de un cambio verdadero, con un gran porcentaje de voto de castigo contra los que los defraudaron y que -irónicamente- ahora están sentados a su lado de color guinda.

Esa causa se vio reflejada en constitucionalizar las pensiones o dar programas sociales directos, sin embargo, como mucho de lo que sucede en este país, la letra no es suficiente, y no hay presupuesto que alcance cuando la corrupción sigue siendo lo que manda.

Puedo decir, que este secuestro por élites neoconservadoras del partido guinda inició post-pandemia, en que, los anteriores dos años de administración, hubo un auténtico compromiso por transformar la vida pública del país para reducir la desigualdad, pero (…), una vez acabado el sorpresivo encierro con bajas socioeconómicas en México y el mundo, decidieron orquestar el show mediático del “dedazo más caro de la historia mexicana”.

Fueron dos años previo a las elecciones 2024 de desplazar a segundo término las problemáticas sociales y darle prioridad a demostrar que no hubo mano negra sino decisión democrática, con un tremendo recurso sacado de “donde sea y con quien sea”. Hasta que se convirtió en la práctica normalizada.

¿Quiénes podían pagar cada mitin diario de mínimo costo de un millón de pesos durante el par de años continuos? ¿A quiénes les era posible nublar su consciencia para que con la vista puesta en el cielo se usara el presupuesto para lo que no es? Solo un grupo de personas: los que traían las malas prácticas en sus otros partidos, los que renunciaron a sus principios y los que lo hacían fuera del sistema por medio del crimen organizado. Tales usuarios, queda claro, no dejarán de hacer lo que siempre han hecho, menos si se les recompensa por ello.

Quiero ver el dilema en que se encuentran y encontrarán los firmes funcionarios de Estado (a quienes bien identificados respeto y con seguridad sé que ven por el bien común) quienes se verán forzados a desviar sus propuestas, por la entrada de intereses particulares ajenos al buen gobierno.

Ya vemos luces de eso: hoy en día, nuestra economía no está mejor, la infraestructura estatal ha empeorado, los que debían ir a la cárcel permanecen y se les recompensa, la violencia sigue en aumento y ahora, el crimen se ha apropiado de más espacios políticos.

De ganar el oficialismo todos los espacios de decisión, sin ningún contrapeso, veremos con nuestros propios ojos un México que nadie quiere, más débil, más desigual, que (toco madera), de no detenerse, en un futuro no tan lejano nos obligue a la revolución menos pacífica. Más vale que actuemos ahora para no lamentar el futuro.

La continuidad de las causas sociales no se dará en el oficialismo, germinará en otro campo, de quienes revivan los principios del bien común y quede claro que hoy más que nunca es tiempo de gran política que garantice la seguridad y el bienestar del pueblo, así como defienda el planeta, porque el cambio climático será el otro gran desafío del nivel del crimen organizado.

Será flor de astro labio como el cielo o el mar, jardín en que nos han escuchado por la dignidad nacional.

Comparte este artículo