Fuente: El Faro Luz y Ciencia, lunes 18 de enero de 2021, Ciudad de México.
Entrevistada por: Roberta López* Miembro de la Red El Faro para la Agenda 2030.
Con el pleno compromiso de redoblar los esfuerzos por alcanzar las metas comunes globales acordadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas ante un escenario de consecuencias sanitarias, sociales y económicas resultantes de la pandemia COVID-19, y para acercar la información asertiva, hemos realizado una serie de entrevistas a los principales actores multilaterales internacionales: los Organismos Internacionales Gubernamentales; con el fin de dar a conocer las propuestas, recomendaciones y acciones a favor de esta Agenda tan importante para la humanidad y el planeta.
Es por ello que en esta ocasión los invitamos a leer la entrevista exclusiva a Tania Ammour quien es Gerente Regional de Programa de la Oficina Regional para México, América Central y el Caribe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
El cambio climático es el principal reto que enfrenta actualmente la humanidad; la pandemia por COVID-19 es un resultado claro de la degradación, invasión y destrucción de la biodiversidad, así como de los ecosistemas. Por ello, destacamos dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 el ODS 15: Vida de Ecosistemas Terrestres, pues el cumplimiento de este objetivo es fundamental para alcanzar las metas de conservación, incluyendo las especies en peligro de extinción e impulsar medidas de adaptación y de mitigación que permitan la recuperación de sumideros de carbono, al igual que la provisión de bienes y servicios que proveen los bosques y otros ecosistemas terrestres.
Particularmente en el contexto de pandemia en la que se encuentra el mundo, es imperativo visibilizar el papel del ODS 15 para contribuir a la seguridad alimentaria y los servicios ecosistémicos invaluables que aportan los ecosistemas terrestres a la vida cotidiana. En suma, el cumplimiento de dicho objetivo permitiría ganar tiempo en la lucha contra el cambio climático y sus efectos nocivos para la naturaleza. Para señalar la importancia de dicho objetivo y su cumplimiento, la Sra. Tania Ammour nos muestra el compromiso que tiene la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza UICN.
Escucha la entrevista completa:
La Sra. Tania Ammour es economista en desarrollo agrícola en la Universidad de Sorbonne y maestría en Economía Internacional en la Universidad Paris Nanterre con más de 35 años de trabajo en el diseño, implementación, asistencia técnica, seguimiento y evaluación de proyectos e iniciativas de conservación y desarrollo en África, América Latina y el Caribe, así como a nivel global. Cuenta con una amplia experiencia en los sectores forestal, agrícola y de desarrollo rural. En sus más de 30 años de trabajo en Centroamérica, ha liderado la coordinación de varios proyectos regionales en manejo forestal comunitario, agroforestería, desarrollo territorial, gestión de conocimiento y desarrollo de cadenas de valor con enfoque en la sostenibilidad financiera, social, ecológica e institucional. Ha participado en procesos de investigación en sistemas de producción, evaluación económica de ecosistemas y desarrollo rural; y es autora y coautora de más de 40 artículos y libros. Desde octubre del 2016 ocupa el puesto de Gerente Regional de Programa en la Oficina Regional de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
ENTREVISTA:
1. ¿De qué forma la UICN contribuye al cumplimiento de las metas del ODS 15: Vida de Ecosistemas Terrestres?
La UICN trabaja de la mano con sus miembros, que son los Estados, Instituciones, ONG ‘s y Organizaciones de Pueblos Indígenas. En la región tenemos más de 117 miembros y trabajamos con ellos en iniciativas y proyectos para fomentar el uso de bosques, la restauración, que llamamos, de paisajes, el manejo eficiente de áreas protegidas y también, la eficiencia en los sistemas agropecuarios que incluyen árboles.
Trabajamos en diferentes niveles: con productores a nivel de fincas, con comunidades indígenas en sus territorios, con municipalidades, a nivel de cuencas o paisajes en áreas protegidas; también apoyamos a nivel nacional en cada país o a nivel regional iniciativas y al ser la UICN una organización mundial con sede en Suiza, tenemos iniciativas globales, que incluyen en particular África, Asia y América Latina.
El principio básico que nosotros promovemos es lo que llamamos «las soluciones basadas en la naturaleza». Con ello, en vez de reemplazar lo que son los bosques o la función que cumplen los bosques por infraestructura gris, se buscan soluciones basadas en la naturaleza, que apuntan justamente a armonizar el uso productivo, la conservación de la biodiversidad, la buena gobernanza y con ello, mejorar los medios de vida de las comunidades, así como de las sociedades; pero eso no puede funcionar sin financiamiento.
Entonces lo que hacemos es básicamente tres cosas:
1. Generamos información y herramientas para que los productores, los decisores a nivel local, nacional y regional, que el sector privado pueda tomar mejores decisiones, y ahí por ejemplo, estamos hablando de estudios con información sobre la biodiversidad en sí, estándares que guían el manejo de la naturaleza, análisis financieros, prácticas de manejo de sistemas con evidencias.
2. La otra vía es por medio del apoyo directo en acciones de campo con organizaciones locales; hablamos mucho de gobernanza que en realidad es la capacidad de las organizaciones de poder tomar decisiones, de resolver conflictos, de negociar con el sector privado o con las organizaciones gubernamentales.
3. Y finalmente, el apoyo a decisores de políticas públicas y privadas porque necesitamos que las políticas, los incentivos, las inversiones se hagan con criterio de conservación y uso sostenible de los bosques.
2. ¿Cuáles son las acciones que se han emprendido a nivel regional e internacional para poder poner fin a la deforestación, favorecer la recuperación de bosques degradados e incrementar la forestación y reforestación a nivel mundial como lo establece la meta 15.2?
Las acciones hay que identificarlas en tres ejes:
Primero, hay que conservar y manejar los bosques o sistemas con árboles que todavía existen; ahí me refiero en América Central, por ejemplo son reconocidos los cinco bosques de América Central que son los bloques compactos de los bosques que quedan: Selva Maya en México, Guatemala y Belice; la Moskitia del lado de Nicaragua y Honduras; Indio Maíz-Tortuguero en Nicaragua y Costa Rica; la región de Talamanca en Costa Rica y Panamá; y el Darién entre Panamá y Colombia. La UICN trabaja en particular en la Selva Maya para mejorar la eficiencia del manejo de áreas protegidas usando estándares tal como el de la Lista Verde de Áreas Protegidas que permite a los países medir y mejorar en forma armonizada sus acciones.
Segundo, hay que recuperar los bosques y los árboles que se han perdido; por ende atender la degradación y desertificación que se viene sintiendo-viviendo. Hay que ir a la raíz de los problemas que han fomentado la deforestación y la degradación, donde la UICN con sus socios, miembros y aliados de la cooperación internacional trabajamos para generar impactos en esta recuperación de bosques, biodiversidad y para un cambio de mentalidad también. Para ello, la UICN viene apoyando en Mesoamérica opciones de restauración productiva que combina la agricultura con los bosques, prácticas de manejo agroforestal y agricultura asociadas a conservación de agua con comunidades rurales y territorios indígenas. Tal es el caso de las acciones en Oaxaca, México en conjunto con el Gobierno Regional.
La tercera cosa que creo que es importante, es la concientización sobre el valor de los bosques y árboles. El tema es que todo el desarrollo se ha basado en remover el bosque para ampliar la agricultura. Entonces para los bancos, si un agricultor pide un crédito, tienen que tener la tierra “limpia” ya que un bosque no sirve de garantía porque estiman que no tienen valor; entonces estos son los temas que justamente hay que cambiar como parte del modelo que se ha venido promoviendo. La UICN en apoyo al manejo de árboles y bosques en paisajes, fomenta alianzas e inversiones público-privadas para viabilizar sistemas sostenibles para las familias productoras.
Asimismo, a nivel global la UICN libera una iniciativa que se llama el «Desafío de Bonn» que es un compromiso a nivel mundial para restaurar unos 150 millones de hectáreas al 2020 y 350 millones al 2030 y restaurar a nivel de paisaje. Hasta ahora se han comprometido unos 210 millones que ya se están recuperando con inversiones públicas y privadas. De esta cifra total, la región incluyendo de México hasta Panamá, se han comprometido 16 millones, de los cuales aproximadamente la mitad es de México.
Ahora, en el ámbito de las inversiones hay iniciativas interesantes: una de ellas es lo que se llaman los Pagos por Servicios Ambientales que son apoyos o incentivos públicos Y alianzas con el sector privado para productores para que puedan demostrar que están restaurando y por ende, están contribuyendo a conservar el agua, a generar producción forestal, etc.
La UICN tiene varias iniciativas regionales o sea en varios países con el apoyo de la cooperación alemana, de Estados Unidos y de otras Agencias. Se trata de iniciativas que buscan conservar lo que hay pero también fuera de estas áreas manejar de forma beneficiosa que incluye la rentabilidad para los productores esas áreas de manera para no hacer presión sobre estas áreas que quedan. Igualmente hay iniciativas que desarrollamos más a nivel nacional; está por ejemplo el Fondo Verde para el Clima que está muy orientado a atender la adaptación al cambio climático por medio del manejo y conservación de agua y entonces a la restauración de áreas de recarga vía manejo forestal, sistema agroforestales, entre otros.
«Siempre el foco es que los bosques-árboles son medios para fomentar la seguridad alimentaria, la seguridad hídrica y también lo que es la resiliencia de las familias, comunidades, pueblos indígenas para adaptarse al cambio climático».
Tania Ammour
Finalmente, yo diría que uno de los mayores retos que tenemos en toda la región es que no tenemos una cultura forestal porque históricamente, el “desarrollo” ha fomentado la cultura de que “el bosque estorba”.
3. ¿Cuáles son los retos que el organismo ha enfrentado ante la emergencia sanitaria ocasionada por el COVID 19 para el cumplimiento de una gestión sostenible de los bosques en la región?
Yo creo que el mayor reto, y hay que tenerlo muy consciente, es de hecho redoblar con urgencia las acciones porque existe un riesgo de una regresión en los esfuerzos de conservación. La región ha venido avanzando en reconocer la utilidad de los bosques, pero el COVID-19, lo que ha venido a hacer, es agravar la crisis económica, de empleo, de ingresos, entre otros rubros.
Entonces, la presión sobre aquellos recursos que todavía están conservados aumentará, con el fin de extraer, de sacar rápidamente para generar ingresos. Estoy hablando de bosques, de minería, de tráfico ilegal de fauna, invasiones de tierras, por ejemplo en territorios indígenas y áreas protegidas que son claves en la conservación de los bosques, especies y biodiversidad; avance de la frontera agrícola, acelerar la deforestación y la aceleración de incendios porque también las áreas protegidas que antes eran manejadas con la crisis, ahí los guardaparques quedaron sin empleo, sin salarios y se debilitaron los recursos dirigidos al manejo de las áreas protegidas.
Esto lleva a otro problema, se incrementará la invasión por parte de los humanos del hábitat de especies que necesitan dicho sitio para vivir, con lo cual, se dará de nuevo el riesgo en aumentar la transmisión de enfermedades, de especies de fauna a humanos como el COVID-19. Ese es el mayor riesgo que en definitiva va a depender de decisiones políticas y de acciones concretas para garantizar que no haya una presión mayor de sectores económicos extractivos sobre los recursos.
«El problema no es que no existiera, sino que se agravará».
Tania Ammour
4. ¿Cuáles serían las implicaciones socioeconómicas de una gestión adecuada de los ecosistemas terrestres?
Al hacer una gestión adecuada de los ecosistemas terrestres, hay varios temas que se buscan resolver:
1. La disponibilidad y calidad de agua. Este recurso vital en ciertas zonas, por escasez, se vuelve un bien preciado. Entonces la disponibilidad y calidad del agua es crítica para atender las necesidades de las sociedades.
2. Tener fuentes de ingresos y empleos constantes respetando las dinámicas de crecimiento de los bosques. Los ecosistemas terrestres al igual que los mares son como un capital y este capital va generando intereses, que es: el crecimiento del bosque, la retención de agua, la contención de la erosión, entre otros; entonces lo que hay que aprovechar es lo que genera, pero en el capital, porque si nos comemos el capital, ya no podemos disponer de los intereses que genera el bosque y los árboles.
3. La protección contra desastres: los humedales. Por ejemplo, está demostrado que la parte del manglar con la cobertura boscosa es una barrera contra los huracanes, así limitan las inundaciones y las afectaciones a la población humana.
4. Otro beneficio socioeconómico es la diversificación de opciones de vida como la agricultura, turismo y agua. Son muchas fuentes de alimentos, ingresos y empleos que dependen de una conservación de los bosques y árboles.
5. Un tema que no es menor, es la salud humana; y ahí pensemos por ejemplo en la Ciudad de México o en las grandes urbes contaminadas que generan problemas de salud como alergias que van asociados a esta contaminación; y esto no sucede en aquellas áreas donde hay bosques y un manejo coherente de los recursos, esta armonización es lo que hay que buscar.
5. A través de la cooperación y del fortalecimiento de las alianzas, ¿Qué es lo que se requiere para que todos los actores y sectores puedan garantizar de manera sostenible el cumplimiento de este objetivo tan importante?
De nuevo volvemos al tema que mencionaba de la intersectorialidad, que parece una palabra muy complicada y es complicado lograrlo, pero en realidad es que, tanto a nivel nacional, como a nivel regional y nivel local, es necesario que los decisores se pongan de acuerdo sobre criterios de inversiones públicas, de legislación y que se éstas se apliquen.
Uno de los temas clave es eliminar lo que llamamos “los incentivos perversos”, que quiere decir que hay ciertos sectores que pueden estar incentivando el uso excesivo de químicos, de contaminantes, que obviamente afectan toda la vegetación, la biodiversidad, el agua. Por el otro lado, hay programas que incentivan la agroecología o la reforestación; entonces hay que ponerse de acuerdo sobre qué es lo que queremos para el país o para la región, o el municipio y entonces el trabajo intersectorial es fundamental.
El segundo, es el actuar del sector académico. En México, por ejemplo, tenemos grandes centros de investigación, grandes investigadores, pero el tema es que necesitamos sacar del sector académico estas evidencias para ponerlas en práctica y convencer a los decisores con soluciones para comprender mejor y acelerar las acciones de restauración, conservación y protección forestal. El rol de la investigación que aterrice en elementos concretos es fundamental.
También algo fundamental es que se requiere mejorar la formación de profesionales; y aquí no estoy hablando solamente de biólogos ó agrónomos, estoy hablando de las escuelas de arquitectura para que aprendan a cómo usar la madera, los educadores que tienen que transmitir y por ende conocer qué quiere decir conservación, ambiente y cuáles son los beneficios, los administradores de empresa que tienen que integrar dentro de los planes de negocios la dimensión ambiental y los efectos de un buen o mal manejo de bosques y árboles, etc.
Otro elemento son los criterios de las inversiones privadas, tenemos buenos ejemplos de empresas privadas que cada vez más están incorporando en sus políticas el rubro ambiental; no solamente para poder presentarse como a favor de la conservación, sino porque les sirve para su propia rentabilidad. Eso significa que los criterios que usan para hacer inversiones o los criterios que usa la banca para otorgar crédito, deben garantizar que efectivamente va a promover la reforestación o la restauración.
El último punto, uno de los temas clave es la participación de los actores, y ahí estoy hablando mucho de los actores locales, los pueblos indígenas y afrodescendientes. Estamos en una región con una gran diversidad cultural, con conocimientos tradicionales y realmente aún en el siglo XXI el respeto por los derechos y entender por qué ellos son en muchos casos los guardianes de los recursos, es algo que no se ha interiorizado; por eso hay que incluirlos y no solamente oírles, sino que sean partícipes de las decisiones que se tomen.
«El tema de la gobernanza y la participación es fundamental».
Tania Ammour
6. ¿Cómo es que pueden incidir o contribuir las juventudes desde su entorno?
Yo diría que para aquellos que tienen conciencia, estoy hablando de juventudes rurales o urbanas, lo primero en lo que deben tener esta consciencia es que tienen que educar a los adultos. Tenemos que repensar porque los adultos son los que han vivido el pecado original, entonces es muy difícil cambiarle la visión a una persona que toda su vida le han dicho que sacar un bosque es darle valor a un área.
Yo veo jóvenes que sí están conscientes porque tienen acceso a la información, porque usan la tecnología, porque están conectados, están en redes; y yo creo que uniéndose a iniciativas como organizaciones locales o redes de jóvenes, pueden comunicarse entre sí, compartir sus experiencias, ideas y visiones.
Lo otro es que los jóvenes deben dejar de pensar que ellos no se van a meter en política o no quieren asumir puestos de decisores; yo creo que el relevo es fundamental y cuando hablo de decisores estoy hablando a nivel nacional, a nivel local, estoy hablando de diferentes niveles, pues no hay que tenerle miedo a involucrarse y ¡a tomar el relevo!.
Otro rol de cómo incidir, es realmente forzar a la innovación. Tenemos que reconocer que los que hemos estado trabajando años buscando esos cambios, hay cosas que no sabemos y yo veo que hay habilidades en los jóvenes, creatividad que generan modelos de usos sostenible, que pueden hacer la diferencia.
Un tema que sí me gustaría resaltar, sobretodo en zonas urbanas, es que hay muchos jóvenes que salen de las universidades que anhelan ser asalariados y el consejo que yo les daría es: busquen siempre, al salir de la universidad, ir donde nadie ha trabajado, donde nadie quiere trabajar, en zonas como los ejidos o zonas rurales, vayan y realmente vivan y trabajen ahí; hay que conocer las realidades para poder transformarlas. Pues no es pasando de una universidad a una oficina que uno va a poder palpar estas realidades y por ende transformarlas. Creo que esto es relevante en la formación de los futuros relevos en ese campo.
Sumando a esta significativa y profunda Entrevista Exclusiva a Tania Ammour quien nos comparte que aún queda mucho camino por recorrer, sumamos su pedimento: es necesario redoblar esfuerzos para cumplir no solamente el ODS 15, sino todos los Objetivos dentro de la Agenda 2030; trabajando juntos será posible no dejar a nadie atrás, incluyendo ahí, a la madre naturaleza.
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