Escrito por: Luis Jorge Arnau Ávila
Breve ensayo literario para reflexionar sobre las «nacionalidades internacionales» en nuestros tiempos requeridos de unidad y congruencia.
¿DE QUÉ PAÍS ERES?
¿Cuál es tu nacionalidad?, ¿tu lugar de origen? En los momentos actuales, ¿realmente importa? Si algo se ha vuelto evidente es la dificultad para encerrarnos —para bien y para mal—en una bola de cristal, tratando de vacunarnos contra los dramas, las influencias, los descubrimientos y también las enfermedades del planeta.
Hace pocos meses eran contadas las personas que podían indicar con cierta precisión dónde estaba Wuhan o, siquiera, asegurar que la ciudad existía y no era una invención de algún escritor de novelas fantásticas. Hoy, todos estamos dependiendo de la velocidad a la que nos alcance un bicho que, según dicen, contagiará en mayor o menor cantidad al 80% del planeta. En consecuencia, estamos esperanzados en una posible vacuna rusa, o japonesa, o inglesa que, según se dice, está a pocos meses de ser una realidad. Hace muchos años que este planeta dejó de ser un rompecabezas de 140 países y 5 continentes, para ser una realidad híbrida con afectaciones e influencias globales. Para mal y para bien, nuestra codependencia es prácticamente absoluta, aunque lo niegue cierto personaje de Estados Unidos que puede perder su reelección al suponer que una persona de color no le importa a nadie y que es una realidad la diferencia social por pigmentación.
Una bolsa de plástico arrojada al mar en Vietnam puede llegar a Manzanillo al cabo de unos meses; de hecho, una isla de basura impresionante (se dice que del tamaño de Francia) ronda por el Pacífico, muy cerca de Hawaii, con “aportaciones” lamentables de muchos países inconscientes. La arena del Desierto del Sahara llega a Cancún sin pasaporte ni visa, porque así lo decidieron las corrientes de aire pasando por encima de disposiciones sanitarias y diplomáticas. Los mejores equipos de fútbol del planeta tienen jugadores de una decena de países distintos, por lo que no es de extrañar que Liverpool, el campeón de Europa, tenga en su plantilla de 27 deportistas a jugadores de 14 países y de 4 continentes: Alemania, Bélgica, Brasil, Croacia, Egipto, Escocia, España, Gales, Guinea, Holanda, Inglaterra, Irlanda, Japón y Senegal. El premio Óscar de cine otorgado en Estados Unidos fue para una producción coreana y el mejor actor de este año nació en Puerto Rico. Y podría continuar dando ejemplos, muchos de ellos que no están al alcance del público, como la multitud de científicos de todo el orbe trabajando en proyectos complejos en diversos centros de investigación. Somos globales y esto, lejos de ser un problema, es un gozo.
Poco a poco, hemos abierto espacio al pensamiento y nos hemos alejado de visiones centralizadas. Ya no se trata únicamente de griegos y chinos, los grandes filósofos, economistas y expertos en ciencias sociales de las últimas décadas son franceses (Elisabeth Badinter, Thomas Piketty), estadounidenses (Noam Chomsky, Judith Butler), canadienses (Naomi Klein), hindúes (Arundhati Roy), bielorrusos (Evgeny Morozov), eslovenos (Slavoj Žižek), e inclusive mexicanos (Mario Magallón, Juan Enríquez). La evolución ha roto los cotos de poder y la vida ha mostrado su mejor rostro; eso asegura que vienen tiempos mejores.
Nuestra vecindad nos contagia y nos ilumina, nos enamora y nos invade, los flujos humanos, de mercancías o de influencias no pueden evitarse, aunque se insista en lo contrario con medidas punitivas, costosas y violatorias de los derechos humanos. A partir de reconocer eso, podremos trabajar para encontrar reglas y medidas globales que puedan acompañar estos entornos que no son nuevos, pero parece que muchos se niegan a verlos.
En una cuarentena casi mundial, hemos comprobado que los daños pueden extenderse, pero de la misma manera podrían extenderse las soluciones, pero se requiere algo que de tan simple resulta complejo: buscar respuestas globales que no descubran ganadores y vencedores, sino un desarrollo armónico. Entendamos que la pobreza en India es un problema australiano, que las enfermedades en Nigeria causan enormes dificultades en Alemania, que la muerte empieza en un punto pero llega a la velocidad de un estornudo al sitio menos pensado.
«No es un asunto de dinero, es un asunto de conciencia y eso parece ser más escaso que la riqueza».
Luis Jorge Arnau Ávila
Escritor y editor orgullosamente mexicano. Es fundador y Director de la revista «Mexicanísimo», así como de la «Editorial Paralelo 21»; ambas, que junto a su creador, laboran desde las letras para resaltar la pasión por México.
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Twitter: @luisjorgearnau