De: Dora Isabel González Ayala.
A México le ha tocado un contexto escabroso para la política exterior, con una América Latina zarandeada entre vaivenes protestantes y elecciones presidenciales que ponen a nuestro país en la media inestable del sube y baja político. Aún así, debe mantenerse firme.
La mesa del tablero está caliente, el efecto dominó se esta gestando en toda Latinoamérica, «sin excepción», la sumatoria de la corrupción, las desigualdades y la nueva crisis económica se ha convertido en la pelota de «pin-pon» de la ausencia de la gobernanza por parte de los Estados y sus ciudadanos.
A causa de caer en el absurdo de ponerle más peso al sector base de la pirámide, cuando la tolerancia histórica y el hambre estaban al límite, ahora mismo el general de los Estados latinoamericanos están lidiando entre la insostenibilidad de sus sistemas político-económicos y por el otro lado, verse orillados a ceder ante la protestas de sus poblaciones eufóricas.
Y cuando pareciese que los acuerdos se han concretado, los países vecinos retoman los aires. El temor se siente entre los gobernantes pasando de izquierdas a derechas, o de derechas a izquierdas; algunos culpando a actores externos y tomando trincheras políticas bipolares, ¿en realidad están resolviendo el problema con superficialidades?
México ahora que tiene un papel protagónico en el mundo, con los focos puestos en él, tanto por su descalificación provocada por la violencia y la corrupción excesiva obtenida de anteriores decisiones; así como por tener en estos momentos a uno de los presidentes con más aprobación de su población no sólo de la región, sino del mundo; debe lidiar inteligentemente con la grave situación de sus vecinos.
No estamos exentos, también nos encontramos en la cuerda floja de las inestabilidades, el planeta entero en el sentido más completo de la palabra lo está viviendo, es una bolsa llena de piedras a punto de romperse. Pero como normalmente lo ha demostrado México, debemos ser la excepción a los casos generales.
Hay que recordar, la autodeterminación, porque la polarización que están -exigiendo- a nuestro gobierno, y también a la población, solo provocará la incongruencia interna; no debemos tomar partida de ninguna corriente, sino de la propia justicia, del humanismo y la cooperación; de lo contrario habrá la perfecta excusa para evitar la firma del T-MEC, la promesa incumplida a evitar el flujo migratorio forzoso y en llevar a otro nivel los acuerdos tan necesarios con el sur de América.
México debe mantenerse firme, todos nosotros, el gobierno en soportar los dos polos y mantener una posición salomónica; así como por parte de la población en llevar la justicia a la lógica de tomar el mejor camino para evitar un hambre mayor al que ya existe.
No olvidemos que en la historia hemos tenido el compromiso de luchar por encontrar las alternativas más inclusivas como nación. ¿Esta claro que somos un Faro en este momento?