El regreso a la capital
Fue un domingo de mediados de 2016 después de terminar mi tiempo laboral en el Ayuntamiento de Cuautitlán Izcalli y haber estado algunas semanas inquieta sobre que debía hacer, generando discusiones entre las personas que deseaban mi permanencia y yo que deseaba el cambio.
Cada quien lo interpretó distinto, como una decisión arriesgada o en otro caso, que él o ella fue el responsable de hacerme pasar de un extremo a otro. Cada quien su versión de las cosas.
Pero fue un domingo que tomé mis maletas y me fui con horas previas de aviso para ir a vivir nuevamente a la Ciudad de México, lo demás se quedó en casa de mis padres y otra parte de amistades y de quien me había acompañado en mis años anteriores. Todo se dejó para no volver.
Sí, soy una persona de medidas contundentes, que una vez que desea emprender algo, no lo suelta sin importar los riesgos, claro, también pensando en las estrategias.
Unos días antes, después de estar semanas meditando, en que me aislé del mundo e ignorando las jugosas ofertas locales, lo que dio la estocada final fue ver una solicitud laboral de la Asociación Mexicana de Naciones Unidas de Jóvenes en internet, en que marqué directamente y aceptaron mi perfil. Era para encargarme de las alianzas estratégicas de dicha organización y aportar a su programa “Educación para Compartir”.
Por otro lado, una semana previa, algo que dio un empujoncillo, fue una plática que tuve en un Sanborns con alguien que había coincidido en el ayuntamiento encargado de la delegación china gubernamental que nos visitó. En términos generales, era el ofrecimiento de aprender y acompañarme en la próxima etapa. Y así fue, sin embargo, dejó de ser un hecho años después, irónicamente por los mismos motivos que ese 2016 dejé a quien me había acompañado desde 2011: dejarse consumir por la inseguridad de tener una mujer que ha crecido más de lo esperado y más allá de ellos.
En mi caso particular, he sido generalmente escéptica a muchas ideologías o a algunos de los argumentos de la desigualdad entre el hombre y la mujer, y más bien, ha sido a través de la propia experiencia que me he dado cuenta que están y existen, quizá, porque en mi formación inicial fui criada en igualdad de condiciones, sin encasillarme que por ser niña solo podía hacer una cosa u otra, por lo que hasta confrontarme con la sociedad me di cuenta que era con caso excepcional, mientras que el mundo sistémicamente ha marginado al género femenino.
Fue un balde de agua fría en mi pubertad y mi juventud, encontrarme argumentos de adultos que decían que por ser mujer era menos inteligente o que no podía ser líder, y para mis pulgas, terminaba demostrando lo contrario. Sin embargo, para las cosas del corazón, llega a ser doblemente fría la temperatura de esa agua, porque sabes que por una absurdez dejó de ser.
Habemos tantas mujeres denominadas “exitosas” o “empoderadas” así, que por ganar más o estar en una jerarquía mas alta, están solas porque hay hombres que creen que no pueden hacer su rol protector; sobretodo es visto cuando más grandes de edad son y veo con gusto que lento pero seguro, para las nuevas generaciones deja de ser tema, claro, en un país tan desigual como México, no se da parejo y hay rincones mayoritarios que ni oportunidades educativas se les da solo por haber nacido mujer, en el aquí y el ahora.
Bueno, ese domingo, para empezar a trabajar el día siguiente en esta asociación, llegué a Coyoacán a unas calles de los Viveros, a una casa de huéspedes de cristianos con un cuarto compartido por más personas. Muy vario pinto los personajes, desde estudiantes universitarios de la metrópoli, una persona de Chihuahua que había dejado atrás una difícil vida ante la inseguridad, hasta una mujer pakistaní, un japonés artista y una estadounidense que apoyaba en la difusión de la palabra. Ahí andábamos todos, con la coincidencia de haber dejado todo atrás y construir otro camino; y como no se me da eso de conversar, empecé a comprender otras formas de ver la realidad.
Así que ese lunes llegué a la asociación, ubicada primero en Plateros, Mixcoac y a los meses en Benito Juárez, muy cerca del departamento de mi abuela que luego heredaría mi padre.
Duré un año con la asociación, en que simultáneamente, con apoyo de esa persona que decidió acompañarme y enseñarme, les ofrecí hacer alianzas con el sector público y puse en práctica lo que había redactado en mi tesis, considerando que dicha entidad debía ser nodal para la construcción de políticas públicas, aunque al principio no le entendieron mucho.
Me dio gusto que hace algunos días, haberme tomado un café con quien fue mi jefe, Abraham, y saber que se dejó un buen sabor de boca, que se aportó algo y que las discusiones de aquel 2016-2017 ahora son una realidad estructural en su quehacer institucional.
Básicamente fui parte del equipo que hacía posible la viabilidad de los proyectos en algo fundamental, atraer los recursos y acceder las aprobaciones institucionales. Es interesante lo que hace AMNUJ, porque se basa en el método de la educación lúdica en la niñez para reducir la violencia, propiciar las ciencias y comprender la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
Mientas estuve ahí, dentro de los logros (que son colectivos), logré acercar el proyecto a la entonces Secretaría de Desarrollo Social para apoyar en los albergues escolares, donde me hice buena amiga de la jefa de oficina del Secretario, Leticia, con quien coincidí en el encuentro internacional de voluntariado que tuvo su sede en la Ciudad de México, igualmente, se logró algunas cosas con las Secretaria de Salud federal. A su vez, acerqué a la organización con los gobiernos municipales, conectando por ejemplo el fondo de Sport for Good (que es una fundación constituida con la aportación de los principales deportistas del mundo) para el beneficio de las escuelas públicas primarias de Tepetlaoxtoc en el Estado de México.
De este último, contaré una historia, porque hay algo que me pasa seguido, o por no darme a entender o porque no le creen a uno, pero, se han ido oportunidades que he ofrecido, de lo cual, después se arrepienten profundamente. Aquí hubo uno, que pudo ser y que terminó siendo el beneficiado precisamente Tepetlaoxtoc:
Fuimos al municipio de Capulhuac en el Estado de México, que, para ubicarlo, es de donde sale toda la barbacoa que comemos en la capital. Fue una visita de una delegación china, junto a funcionarios del Instituto Politécnico Nacional y yo de parte de la asociación civil.
Ya para ese entonces, nos habían dicho que ya estaba el recurso equiparable a 10 millones de la fundación Sport for Good, así que solo estaba ubicando un lugar para que se llevara a cabo aplicando el programa de Educación para Compartir. Para ello, en esa reunión, me acuerdo que lo mencioné y a la que era Secretaria de Desarrollo Social, se lo transmití. No sé si por ignorancia, porque le caía mal por haber nacido o que habrá sido, no pasó el dato al Presidente Municipal y nunca me contestó mis mensajes. A las semanas el recurso ya estaba y el beneficiado fue Tepetlaoxtoc. Fue el chisme de la región que por una falta de atención en los tiempos no se diera y más que hasta políticamente hablando le ayudó a este último.
Espero no suceda en esta etapa que le tengo mucha esperanza.
Otros proyectos resaltantes, son los que se hicieron para las comunidades mineras de Zacatecas o en la zona fronteriza en que se calculaba los niveles más altos de inseguridad y violencia. Igual, la expansión a otros países y después conectarlos para concientizar la diversidad cultural a través de la Caja del Tesoro en que los niños enviaban un paquete con sus sueños y dibujos de su realidad a otra comunidad en la república u otro país. Fue maravilloso.
Para cerrar este capítulo, en 2017, después de casi un año, hubo un debate interno en que buscaba que Educación para Compartir tuviera un acercamiento con la Cámara de Diputados y que se hiciera otra clase de proyectos, del cual, no vi eco, sumado a que traía pendiente dos cosas: mi titulación y echar a andar a mi empresa; decidí renunciar.
Semanas antes, había terminado de adaptar el espacio que mi abuela le heredó a mi padre para ir a vivir ahí, por lo que, se volvió el centro de operaciones durante los próximos años para hacer posible una imagen propia de mi empresa y de proyectos con casusa social y política.
Ya platicaremos más la siguiente semana.
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