El México propio: vida e historia (XXV)

Confirmaciones en tiempos de pandemia

Rondaba el año de 2019, cuando, empecé a operar estrategias para los nuevos actores políticos del nuevo sexenio en curso, en que para mi satisfacción había observado cambios estructurales como la implementación de los programas sociales para adultos mayores y que definidamente dejó de pasarse recurso de esos “ramos especiales” por la Cámara de Diputados, observando que los políticos electos de todos los partidos suponían que no iba a suceder, hasta que les cayó el 20 sin retorno. Esto, en lo personal, me generó esperanza y respeto al hombre que lo ejecutaba.

También, junto con quien estaba llevando un acompañamiento de vida, comencé a proponer proyectos para propulsar cambios desde las problemáticas internacionales como el medio ambiente y la educación, a partir de la denominada Agenda 2030, hasta aportaciones a comunidades de distintos rincones de la república a donde viaje, lo que condujo a que en 2020, entrara como asesora a la Cámara de Diputados con una diputada federal chiapaneca del Soconusco llamada Patricia de la Cruz, mujer sencilla, de pocos estudios y recursos, pero con gran corazón y lucidez, quien además, era del grupo de Manuelita Obrador, sí, prima de ya saben quién, con los que se dio una etapa de colaboración en diversos sentidos.

Sin embargo, ese lazo que se estaba apenas construyendo con solidez, fue interrumpida por la pandemia, fenómeno que nos cambió la vida entera al mundo.

Ya para esas fechas era profesora de la máxima casa de estudios, la UNAM, en la Facultad de Estudios superiores Acatlán, por lo que en esa y la otra trinchera tuve que cambiar mi dinámica diaria, además, tuve que encontrar nuevas formas de enseñar y de solidaridad, porque en muchas ocasiones el alumnado se ausentaba ante un contagio de ellos o el fallecimiento de un familiar cercano. Cabe añadir, que desde la universidad se apresuró a generar todos los instrumentos digitales para garantizar el derecho a la educación.

Sobre esta pandemia, es curioso, porque recuerdo que en 2017 tomé un curso en línea de seguridad nacional de la Universidad de Virginia que hacían de la mano de agencias de investigación gubernamentales de Estados Unidos, en que nos entregaron un documento elaborado en 2012 llamada “Tendencias Globales 2010-2030” donde, expresaban que “sin lugar a dudas le tocaría a la humanidad vivir una pandemia de tal magnitud que cambiaría todas las dinámicas y encaminaría a una recesión mundial equivalente al crack de 1929 en la bolsa de valores de Nueva York”. A partir de ahí, retorné a estudiarlo y a investigar los efectos de esta pandemia en lo económico y lo político, mismo que pudo aprobarse por propuesta de unos colegas investigadores como un programa becado de la universidad, del que debo añadir, no pude finalizar por las nuevas encomiendas que contaré.

Como estábamos plenamente encerrados en las casas, concluí que debía complementar mi tiempo en fortalecer mi carrera académica, por lo tanto, ingresé mi trámite para estudiar la segunda carrera de derecho en la Facultad de Derecho de la UNAM, que por cierto estoy a punto de finalizar, y la Maestría en Gobierno y Asuntos Públicos, igual de la Universidad, con la tesis del Estado de bienestar mexicano del siglo XXI, que evidentemente en forma científica probaba si existía tal régimen con eficacia a partir de revisar el sistema de salud y después las pautas que “deberían darse” para consolidarlo, este a la vez, por fin, estoy a punto de entrar al examen profesional para acreditar el título.

Fue duro, nadie sabía cuándo terminaría este infierno, es más, a pesar de los signos progresivos de cooperación internacional para crear una vacuna y reducir el costo de los insumos médicos para nuestra protección, la presión de ver todos los días la perdida de familiares, amistades y personas cercanas o de las bajas masivas dichas en las noticias, nos hacía dudar y procurábamos cuidar y prevenir.

Varios en esas fechas optaron por hacerse de una familia, otros más hicieron modificaciones en sus dinámicas pensando en lo peor y otros tantos como yo, nos concentramos en sumar proyectos y estudios a nuestra cotidianeidad en cuatro paredes.

Mi núcleo familiar principal no vivió mayores problemas, más sí tuve la pérdida de un tío primo de mi madre y muchas amistades que coincidentemente estaban en el sector salud y de la universidad.

Recuerdo que cuando ya se podía frecuentar las plazas con cubrebocas, me di una caminata a las librerías de Miguel Ángel de Quevedo (vaya, tengo una editorial, así que es una parada obligatoria) y ver en las tiendas de libros de segunda mano una pila de libros valiosísimos que incluso llevaban el nombre del académico en la primera página que en algunos casos conocía y otros los googleaba y confirmaba que habían fallecido por COVID.

Esta fue una prueba para la humanidad y como dice ese documento que leía años atrás, seguimos viviendo las consecuencias del mismo, tal como si estuviéramos en el Periodo entre Guerras y luego … ya lo sospechan ¿no?

Rumbo al 2021, sumado a que me había metido a dos ocupaciones en mis estudios, opté por aventarme a ganar la primera convocatoria para entrar como jefa de asuntos internacionales de la Cámara de Diputados federal, primero, porque era la primera vez que se daba, dado que apenas esa legislatura se había conformado a la Unidad de Asuntos Internacionales y Relaciones Internacionales como un área administrativa apegada a la Secretaría General con un perfil profesionalizado y que atendía a los 500 diputados federal, a diferencia de que antes era designado por el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, y la segunda, porque era una competencia en la que terminó entrando 600 personas y sí, terminé ganando.

Como todo, se sumó condiciones de que me he especializado en estas “nuevas diplomacias”, la academia, que ya estaba en la Cámara de Diputados, entre otros factores, así que inicié una nueva experiencia, al que “no llegué a aprender”, pero sí fortalecer lo sabido y sobre todo aplicar lo anterior.

Fue un logro que estoy consciente, implicó varias voluntades para que estuviera ahí, ¿por qué?, porque consolidar esa Unidad y el servicio de carrera, tuvo que surgir de voluntad política, principalmente de la insistencia de Porfirio Muñoz Ledo que en paz descanse, de la capacidad de la entonces Secretaria General Graciela Báez, admirada mujer para mí, más porque luchó en todo sentido para hacer las cosas bien, así como de la Unidad de capacitación encargada con un pionero del servicio profesional como León Aceves y su equipo, entre muchas otras personas.

Conocí grandes personas, tanto de la dinámica día a día como de las capacitaciones que fueron de alto nivel, como Ismael Carvallo con quien hice especial equipo a las locuras internacionales (que se decían así por verse imposibles) y los colegas del servicio. Los llevo en mi corazón y sé que nos volveremos a ver desde otras circunstancias.

Aprecié todo y entendía la importancia del servicio de carrera y la imparcialidad, sin embargo, y ahí va el tema, otras cosas se dieron en esos días, que me empezaron a turbar el corazón hasta el punto de que opté por pasar a la política, porque mi ser pedía hacerlo o lamentarme el resto de mis días, pero será la historia del siguiente capítulo.

Nota: disculpen el tiempo de silencio, solo que los puntos suspensivos cerca del presente lo hacen más interesante. Abrazos.

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