Un ascenso
¿Me extrañaron? Aquí me encuentro, frente a la computadora y con algunos libros alrededor retomando ciertas reflexiones: la relatividad de la vida y el vacuo pensamiento de lo que es ser.
Es interesante caer en cuenta que entre lo que vivimos cada uno en su trinchera, representa el mismo hilo conductor de algo universal que más allá que algunos lo figuren por medio del mito y el tótem en alguna religión, parece que es amorfa, entera, que, sin pensar, se encuentra; entonces, cuando aterrizamos nuevamente en el mundo físico del día a día, en que interactuamos con un rol espacio-tiempo determinado surge la pregunta: ¿para qué lo hacemos?
Quizá mañana dejamos de estar y a excepción que haya personas que lo recuerden, simplemente nos esfumamos de este escenario, por tanto, ¿qué nos nace ser quienes somos y tomar las decisiones que llevamos a cabo?, entre ello, pondría una risa antes de bajar el telón.
¿Qué cosa será? Algo nos mueve, tan natural como respirar, porque eso no se razona, y es ahí que dirían algunas culturas, es el signo que nos representa, que conduce el cauce a otras historias, porque lo importante de llegar a Ítaca es el camino o como diría el orden del dragón, ser uno en corazón, palabra y pensamiento en todo lo que hagamos.
Con estas parábolas deberé continuar con mi anécdota, que aclaro, no es la totalidad de lo que ha sucedido, sino lo que considera prudente transmitir según el propósito de esta columna, que va en despertar esperanza y presentar la lógica de mi proyecto que no tiene color sino matices, porque, nuevamente ¿para qué estamos aquí?, me quedo con lo que deseo profundamente sentir ante mi último aliento.
Como mencioné en el capítulo anterior, di el salto cuántico en 2017 a caminar sin piso, sin guía precisa, en atreverme a crear algo surgido de la nada ahora en una década y que ya le veo cimientos.
Para lo que corresponde en este episodio, es ese 2018-2019 que teníamos “renovación” en el país donde, en mi caso, se abrieron una serie de oportunidades, curiosamente en los lugares que alguna vez toqué la puerta y por no creerme me las cerraron.
El viaje a Rusia provocó el rumor en el círculo artístico de casi ser maga, lo que derivó en que varios buscaran en mí una persona que le diera magia a sus proyectos, los cuales algunos salían porque había voluntad y coyuntura, dos cosas fundamentales, es decir, que exista las condiciones en el lugar-momento adecuado para que germinen.
Por tanto, hubo quienes lo comprendieron y otros que se frustraron porque más bien deseaban milagros y bueno, todavía yo que sepa, soy santa o deva. Pero, se lograron grandes cosas y en lo personal, descubrí que la mejor inversión es en la construcción de pensamiento colectivo, identidad sostenible y en las relaciones, aunque al principio se paga por ver (diría cierta persona) y vaya que sí, que ni siquiera quisiera poner aquí en papel el equivalente monetario de la totalidad de cosas que he tenido que pagar por ver, siendo un mal necesario para llegar a lo indicado.
También fue la entrada a una de las cosas que más amo y nunca dejaré: la enseñanza. Fue en un agosto de 2019 que entré como profesora de asignatura a la UNAM, en mi Facultad en que estudié, Acatlán, derivado del buen consejo de mi maestro y confidente de planes Halyve, y de la administración desde Manuel que llegó de director, hasta de los representantes de división y de carrera, Claudia, Carlos, entre más personas, con quienes les debo mi agradecimiento de llegar a mi segunda casa, ahora a entregar lo que en algún momento me dieron. Los que en algún momento nutrieron mi formación, son mis colegas y eso es invaluable.
Se abrió esa nueva etapa en mi vida, que la guardo como oro y a pesar de las transiciones en mi vida profesional y ahora política, ser profesora es como la sangre que corre en mis venas, porque para mí, es la comunión entre la palabra y la acción heredada para las generaciones. La virtud de las naciones.
Con el transitar de clase por clase, palpé el momento y la realidad más allá de mi propio entorno, en que las y los jóvenes venían de un mosaico de condiciones distintas, con puntos de vista variados, así como nuevas formas de transitar en la vida.
Es con ello, que transmito lo que pareció, junto con otras consultas de amigos y familiares de la república lo que fue el inicio de gobierno en 2018 a 2019:
Fue una ola de esperanza interpretada como el de abajo que luchó contramarea para que pudiera llegar, con los aciertos de reformas estructurales como en la Cámara de Diputados que controlaban el uso del dinero para ciertas partidas endebles a ser corruptas y por otro lado, que se les devolvería al pueblo lo robado a través de un beneficio social, tan cristiano como los programas sociales, sobre todo la pensión al adulto mayor, que quedaría inscrito en la constitución. Eso se veía en la casi totalidad de la población.
En la otra cara de la luna … acechaba otra percepción que como un punto negro en expansión hasta ser una mancha de tinta negra significativa en el lienzo, se percataban del cambio de camiseta, que casi casi en un ungimiento o bautizo donde replicaban el manual de Reyes Heroles, se creía que se alinearían a la nueva realidad de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo; y el pueblo, formado en el perdón y que el reino de Dios es de los pobres, a pesar de ver las mismas riquezas, las mismas prácticas, los extraños intereses, optaron por cargar con el ensueño que un México mejor es posible, porque las mexicanas y mexicanos sí queremos creer en la ciudad del cielo y de la igualdad.
Maniquea forma de jugar con la esperanza, para al final en la lucha del poder, no alcanzar a subir como nación a otro nivel. Recomiendo leer el libro de Basáñez “¿Quién manda en México? En que se entiende que el poder fáctico sigue en ciertas manos que solo cambian de plataforma a conveniencia y -aclaro-, el asunto no es que existan, sino que no suman a la igualdad y al progreso de nuestro país, en contrasentido, termina ensimismado en el laberinto y detonando a nuevos actores más violentos. Hay que ser realistas.
Para cerrar pondré una metáfora:
En una isla en que naufragaron un grupo de personas, había la suficiente madera para hacer una barca y salir, también el suficiente alimento y agua para soportar los días de aislamiento, pero … la naturaleza humana mal encaminada … provocó que unos robarán más alimento y agua que otros, que parte de la madera se usara para armas, otros, tener mejores refugios, ninguno para salir de ahí, cuando era una isla destinada a desaparecer por el aumento del nivel del agua y a no alcanzar para que en un año todos sobrevivieran. Rey un día al siguiente …
Sin embargo, dos individuos, muy discretamente se aislaron, comieron y bebieron a duras penas e hicieron una barca bastante endeble, aunque suficiente para salir, con un poco de suerte y voluntad, casi en inanición, llegando a un puerto con las condiciones para vivir.
¿Qué estamos haciendo bien o mal? No somos nosotros condenados como civilización mexicana, sino los escollos que no nos dejan ver y hacer con claridad. Para ello, repito, bendita educación que puede cambiar el rumbo nuestro y del planeta.
Próximo capítulo habrá más de que hablar.
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