Observar el resultado y construir el futuro
La primera afrenta que uno se da cuando empieza algo de cero es la duda de si se va por la ruta correcta a pesar de que en el camino anterior se observó mucho de otras experiencias, tanto de los que consideramos mejores como de los que comenten garrafales errores y que procuramos no cometerlos nosotros. Sin embargo, la edificación con todo y método genera al inicio una duda, como cuando en un juego mecánico llegas a la punta y ves la caída frente a tus ojos, o cuando estás a punto de empezar una competencia. Es una combinación de adrenalina, incertidumbre, miedo y emoción.
Me acuerdo de esa noche de mediados de 2016 en el lugar que adapté del departamento de mi familia en San José Insurgentes, todavía sin cama ni muchas cosas, bueno, básicamente nada, en que ya había renunciado a la Asociación Mexicana de Naciones Unidas para construir algo propio y medir mi capacidad. Ahí esas 11:00 horas p.m., en la que desee definitivamente ya estar ahí sin importar como, saqué una lata de atún (ríanse) y un agua mineral, me senté en el suelo mirando a la ventana con una hermosa luna y pensar en lo que vendría, viendo un vacío de frente.
Tuve que hacer una doble estrategia. La primera, de la persona que me acompañó en este proceso que solo me pedía observar y hacer según la regla que me sirvió para pulir algunos detalles y comprender el proceso político operativo, y la segunda, que tuve que hacer sola, crear algo distinto, en la prueba y error.
Por ser una editorial, este primer año la prueba y error estuvo en el proceso de derechos de autor e industriales, prueba y error en la redacción, prueba y error en la elección del equipo, de los servicios como corrección de estilo, diseño, comunicación, sitio web, en cada uno de los pasos para tener publicaciones. En más de una ocasión, si es que no en todas, lo terminé haciendo yo misma, hasta JavaScript y HTML porque en la generalidad de los casos o no creían, porque nadie cree al inicio (a excepción de los muy locos o visionarios) o porque decían que era muy difícil, ¡ah!, y también que uno era muy joven e inexperto como para saber que se debía de hacer.
Pondré una lista de las típicas frases, venidas de todos los círculos sociales, hasta de los más cercanos: -es un suicidio lo que estas haciendo-, -nunca llegarás a nada-, -no sabes cómo hacerlo (pero que tampoco ayudaba y como desesperan los que no pichan ni cachan, ni dejan batear)-, -llegarás hasta aquí-, -lo checamos-, -¡ay! Que joven, suerte-, -deberías dedicarte a lo que hacen todos tus compañeros-, -no tienes experiencia-. En resumen, era la manifestación de desear que uno no siguiera y que, por ser nueva, no habría oportunidades para crecer.
Sobre este punto, es una paradoja y una gran ironía, porque nadie nace sabiendo, y para quienes con los años han cargado con la experiencia, – que debieron haber empezado en un punto porque les dieron la oportunidad -, cerrar las puertas y desanimar al que va empezando, además de provocar que nada mejore, es un balazo al pie, o un boomerang, porque así como los seres vivos, ¡vivimos!, porque nos alimentamos de seres vivos en estado de degradación (incluida las plantas), hay otra ley universal: que la humanidad se construye de las experiencias pasadas, y si se rompe ese ciclo solo pueden suceder dos cosas: la desaparición de la nación o la guerra por el cambio.
Pero bueno, este ha sido constantemente el patrón de quienes emprendemos en cualquier proyecto o causa, resaltándose más en las sociedades que tienen debilitado su espíritu y reflejan esa inseguridad denigrando a los otros. Es un constante mensaje de que no puedes, que estás mal, que no sabes, que no te creen. Por tales razones, siempre respetaré a quien ha abierto brechas, porque obligadamente nos toca ir en contra corriente para después hacerla una corriente.
Así que, para inicios de 2017, tenía una empresa que ya tenía forma, con una constante clientelar y proyectos propios, todavía faltando mucho de acuerdo al plan estratégico que redacte y guardo conmigo, por lo que lo siguiente fue experimentar más allá de los servicios convencionales, para meterme en lo socialmente responsable y la formación de círculos juveniles.
Ese año fue de lo más interesante, porque creamos proyectos de estudios universitarios con países, un colectivo para recuperar el Río Magdalena, financiamos a través de la difusión a otros emprendedores, generamos políticas públicas por la Agenda 2030, se formaron libros híbridos con música por medio de enlaces digitales, y finalmente, le apostamos a la política por medio de la comunicación asertiva.
Y entre muchos de esos proyectos, debo decir que el más interesante de todos fue el movimiento artístico para la Copa Mundial de Futbol en Rusia en 2018. Aquí el resumen:
Verán, como había visto la experiencia de las delegaciones oficiales chinas (también que en ese momento estaban muy excluidas por el mismo que las traía), hice un acercamiento a los países euroasiáticos, por lo que formamos un seminario de ello en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, con un maestro que a pesar de su saber y que nos tocó colaborar con anterioridad en el PRD y luego trayendo a la Konrad Adenauer (dobles ironías), terminó traicionándome por su deseo de comerse el pastel solo y que después lo llevó al aislamiento. En ese espacio académico, llevamos a la embajada, a la cámara comercial y a las asociaciones, de la cual, conocí a Masha, que es presidenta de la Fundación Tchaikovsky, persona con la que empezaría una aventura.
Masha se me acercó para proponerme una loca idea, llevar a los artistas mexicanos a la Copa Mundial Futbol que sería en Rusia, entre ellos, a la soprano y considerada la mejor voz Olivia Gorra, el barítono Armando Piña y el director de orquesta Rogelio Riojas. A su vez, lo entretejimos con la comunidad huichol que traía el famoso balón presentado el Four Seasons y con la marca Probadita de México que tendría un Pabellón de México en la plaza más importante de Moscú, el Gostiny Dvor. Al final, se presentó proyectos ahí y en el Conservatorio de Moscú con el apoyo (que particularmente coordiné) de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, la Secretaría de Cultura y el Gobierno de Moscú, en que beneficiamos a los artistas porque Masha y yo tuvimos que meterle. Hasta ahora, ella que vive en Reino Unido y yo, nos seguimos riendo de este gran experimento.
Fue casi un mes allá en que conocí no solo la cultura rusa y la dinámica futbolera, -que debo decir había más de 40 mil mexicanos que hicieron de las suyas-, sino también eventos de alto nivel, como conocer el pabellón euroasiático en la Central de Abastos de Rusia que es la más grande del mundo, hermosamente ordenada y hasta con su propia aduana interna. En pocas palabras, supe quién es quién, gracias a Américo Alatorre y la embajada.
Debo añadir, ahora que está en guerra Rusia-Ucrania, en que tengo amistades en ambos, más allá de lo que pueda decir de geopolítica, solo añadiría que nunca se debe perder los lazos y el humanismo, por lo menos por medio del arte.
Bueno, regresando de este evento, surgieron más en los próximos años, como la creación del Día Pushkin en México, en que firmamos el único convenio existente en México con la Unión de Escritores de Rusia, crear el Grupo de Amistad de Kazajstán, apoyar a Armenia, se hizo un proyecto para la niñez del Valle de México por medio del Centro de Derechos Humanos Canadiense CHRIO, entre muchos otros temas.
Debo añadir que sobre la marcha tuve que invertir en la imagen personal, un tema en que en su momento no me gustaba salir mucho en las fotos, quizá porque estaba acostumbrada a la técnica de Benjamín Laureano de operar tras bambalinas, pero, cuando se trata de potencializar las alianzas, mostrar lo que has hecho atrae a otros. Desde ese momento, las imágenes que se envían en las “benditas redes sociales” tienen un mensaje muy direccionado, aunque haya personas que crean que es por ego.
Por otro lado, el sobrante de dinero, durante estos años los invertí en relaciones políticas y en … personas de tierra que me ayudarán años después y otras que todavía están a la espera porque falta hilar otras cosas. Efectivamente, la buena política está en siempre depositar los recursos, tiempo y sueños en fortalecer el proyecto, no para el gusto banal. Habrá personas que piensen lo contrario, es respetable, pero todo va en proporción de lo que se invierte.
Cabe añadir, que 2017 – 2018, fue precisamente el proceso electoral que llevó a la presidencia a “ya saben quién”, del cual, observé, invertí en algunas cosillas, sin ser las más relevantes, porque me tocó ver con detenimiento el movimiento de las partes y solo añadiré para este capítulo lo que me dijo hace poco un trabajador de un tío político que es magistrado de un poder frente a un Sanborns en la Del Valle:
-Mientras que nosotros gozamos del poder, nos aislamos en los escritorios, se usaba el dinero para tener una mejor vida y el disfrute, en nuestra soberbia, el otro lado, veías a un Andrés, y los otros personajes, desayunar, comer y cenar política, todo el tiempo leyendo, todo el tiempo en tierra, sospechaba que tarde que temprano los papeles se invertirían-.
Nuevamente con ironía, este 2024, ahora, las que están y los cuadros jóvenes guindas, cayeron en lo que en ese 2000-2012 pasó.
Cerraré con esto, y contestando a una pregunta que una vez un lector de esta columna me hizo:
Una de las principales razones de emprender algo propio, es que me cansé que me dijeran que no se podía, mientras que mi cabeza tenía una maqueta de algo que a la vez el espíritu le insistía que sí era posible, así de la misma forma, tengo en mi cabeza una nueva forma de hacer política y gobernar que espero un día llevar a cabo. Esta ahí con deseo de dejar de ser una casa cimentada en el espacio de la mente y que pueda estar en el espacio-tiempo físico.
Y cuando se refiere a transformaciones, a veces es más fácil convencer con las bases propias, que como subordinado hacer que te crea la cabeza, porque pocos quieren arriesgar y salir del estado de confort, o en su caso, te detienen, incluso, con dolo o inconscientemente, te sacan del lugar en que puedes ser más fértil.
¿Alguna vez han escuchado del dolor de caballo? Pasa cuando uno lleva un ritmo y lo obligan a ir a un ritmo menor o lo detienen estrepitosamente, afectando el músculo de los chamorros. No se puede detener el impulso, es erróneo, solo se canaliza.
¿Cuántos habemos en la banca porque nadie nos ha llevado a confrontarnos en tierra? A eso, habrá quienes se paren y les de ese dolor de caballo que termina por afectar de por vida los músculos y habrá otros que sabemos que, si no es ahí, en otro equipo sí o hacemos uno, para ello, tuvimos que atrevernos a romper algunas reglas costumbristas porque de forma contraria el sistema te hubiera dejado de por vida en la banca.
La clave de saber canalizar el espíritu de la gente dispuesta a darlo todo y dar esperanza.
El tiempo dirá.
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