La inseguridad devora mundos
Si hay un tema que no deja de pesar en mi mente, es precisamente acerca del aumento de la inseguridad en el país, porque de paso se ha llevado a mucha gente con quien coincidí o tuvimos una plena convivencia, -en realidad cada uno tenemos algún familiar o cercano que ha caído en las manos de este demonio-, y este asunto, es algo que percibimos todas y todos los mexicanos como si fuera una peste que va acechándote hasta llegar a tu puerta y devorar cada paisaje a su paso, recordando “La Historia sin Fin” de Michael Ende, libro que fue mi obsesión en la secundaria y del que en estos momentos le digo: “cuánta razón tenía”.
El libro y parte de la película es un vivo reflejo de la naturaleza humana ensimismada en sus dinámicas y sus propios demonios, mientras que algo más los acecha sin que haya otra cosa que lo detenga, hasta que la virtud coincide con la voluntad política.
Por dar trazos del cuento: aquel muchacho que tenía pendientes en su carnal vida fue llevado a otra que está conectado con la conciencia del mundo desde construcciones oníricas y en él, junto a su contraparte, el joven de tez morena, deberán llegar a la reina que podía comprender la magnitud del problema, pero a la vez, habrá que lidiar con la lógica local de los personajes, el egoísmo y los agentes que, sabiendo de la debilidad humana, los encaminarán a ignorar lo importante para que la nada termine de consumar su deseo. Al final, la memoria y el amor es lo que saca avante la preservación de la humanidad.
Así estamos en este tema de la inseguridad y del cambio climático, este segundo puesto para otro capítulo.
Las pláticas son cosa de las mesas mexicanas, en que los abuelos dicen que “en sus tiempos la gente salía a las calles con tranquilidad y apenas si llegaba alguna noticia de un secuestro o del llamado crimen organizado”, mientras nos intercambiamos los alimentos, con un tortilla, escuchamos a nuestros padres decir “me enteré que empezaron a robar niños y que nuestros familiares tuvieron que mudarse de aquí para allá por la violencia, … no me dio confianza dejar jugando a mis hijos en el parque”, para nuestra generación, sabíamos que había estados de la república calientes y conforme crecimos después vimos a compañeros que quizá estudiamos con ellos en la primaria que se fueron por otros pasos o ya no se supo de ellos.
Esa “nada” de la Historia Sin Fin fue rodeando a la ciudad y apenas quedan algunos bastiones sobrevivientes, aunque debo decir con tristeza, ya han permeado encantando con el consumo y las oportunidades de otra vida.
Como he mencionado en capítulos anteriores, mis abuelos y tíos abuelos huyeron de Michoacán tanto en búsqueda de mejores condiciones en el Distrito Federal como de los rumores del crimen organizado, en que una parte de la familia se fue por su lado a Chihuahua y vivieron de cerca “las muertas de Juárez” hasta venirse a vivir al centro del país. Con toda la familia en el Valle de México, nos tocó observar el cambio de dinámicas similares a las de otros estados, hace unos 20 años para acá.
En mi caso, ¿cuándo me percaté de esto?, con más claridad un día en la universidad que iba en una combi de regreso de la universidad a mi casa:
Iba por el Estado de México y me tocó lo que a mucho estudiante le ha pasado, el asalto del camión o combi que te transportabas. Eran dos muchachos que sacaron unas navajas y pidieron las cosas de valor; mientras se acercaban a recoger las mías, el que las iba a tomar me vio y me dijo: ¿no te acuerdas de mí?; evidentemente, no reaccioné porque estaba siendo asaltada, ni pio dije pero lo miré y entonces caí en cuenta de quien era, para el próximo segundo él mismo lo expresó: soy Sergio y siempre te estimé mucho; al instante le pidió al otro compañero que conmigo hicieran la excepción y me dijo que le alegraba que hubiera podido estudiar, que para él lamentablemente la vida lo llevó a otro lado y pidió que le diera su bendición, con la escena siguiente de que se bajaron del transporte para continuar su andar.
El impacto del hecho, me dejó un vacío de qué debió haber vivido para llegar allá y que, entre él y yo a una banca de diferencia en las clases de primaria, siendo humanos, que sonreíamos y nos lamentábamos como cualquier niño por las mismas cosas, teníamos un abismo de caminos. Creo esa espina en la cabeza fue lo que me llevó que, entre los muchos conocidos, acabara en la universidad con un señor que decidió sacar a muchachos en situaciones de calle, con adicciones o metidos en la violencia de sus prácticas y la vez investigar a fondo el asunto.
Se llamaba Juan de Dios, y sin entrar a detalles de porqué acabé conviviendo con él y otro grupo, ni de qué trataba, solo expresaré que fue el deseo de resguardar lo importante de la sociedad aunque fuéramos pobres damas y caballeros, lo que nos trajo en una coincidencia esporádica de dos años y medio, hasta que en su caso y ese grupo intensamente comprometido, tocó los intereses de muchos, que discretamente andaban enraizándose desde lo más abajo a lo más arriba del territorio, por lo que, en una semana dejaron de existir en el mapa.
No estaba lo suficientemente adentro para saber lo que pasó, solo que la última vez que conversamos dijo que había algo importante, y dos semanas después que pase a verlo a su estudio para conversar, ya no estaba ahí, se esfumó. Qué frustrante fue y más que al grupo de jóvenes que contaban con su apoyo para irse a un mejor camino terminaran regresando a un camino que poco a poco los consumió, y que no pude hacer nada.
Ahora que pasó la celebración del Día de Muertos, como todos los años, les dedico un tiempo para recordarlos. Esta es la primera vez que lo digo, porque hasta hace poco me lo guardaba para mí.
Ya de ahí, un año después fue que conocí a Benjamín Laureano al que tanto he tratado en mis escritos anteriores y con él, en su casa, por ser la sede de su Frente de Derechos Humanos, recibió a muchas personas víctimas de la violencia por el crimen en el país; para estas condiciones, Benjamín era un actor público que difícilmente lo podían tumbar, por lo que tenía la capacidad de extender algo de su protección, sin embargo, el mismo era consciente que frentes tomar y cuáles no, de la mano, de que cada día me transmitía su preocupación por el rumbo del país.
¿Cuál es el proyecto de nación al asunto? Este implica una serie de condiciones pero que en el ejercer figuro a una carta que quizá alguien tenga en mente: una persona que tiene una mano con un puño y otra hacia abajo proveyendo.
La base de este asunto está en que es una alternativa para alcanzar la economía familiar o el ideal del sueño americano tipo “Gran Gatsby”, mientras que el producto que se usa de moneda de cambio compensa la ausencia de felicidad natural y mientras haya un estado de ansiedad ocasionado por faltantes fundamentales o virtuales, el ciclo va continuar implicando a varios actores al interior y al exterior de la nación.
El tema de hace más complejo porque se ha vuelto una costumbre, por lo que el cambio, aunque sea para bien genera resistencias, más cuando no hay algo inmediato que supla a este, así que el orden de darse con fuerza del orden y la justicia y a la vez benefactor de lo social.
Hay algunas ocasiones que me han planteado que esto es una secuencia de lo que siempre ha existido en la humanidad, aludiendo que ya hay mucho autor que dice que el “hombre es malo por naturaleza”, en que, sin negar la hipótesis, la sociedad en su historia ha estado en más ocasiones en guerra y caos, que en “paz” y orden.
¿Qué diferencia hay con las sociedades primitivas matándose entre ellas, con las invasiones vikingas, las guerras santas que no tenían nada de santas, la piratería legitimada como corsarios por la corona inglesa para expandir su economía, las bandas que conformaron New York? Y un largo etcétera. Casi casi escucho la voz de uno que otro historiador mexicano decir, ¿a poco fue pacífico México desde las guerras floridas de los mexicas a los pueblos, la conquista, la independencia y la revolución mexicana? Lo mismo, pero en otro contexto, con mismos territorios en disputa.
Pero, como lo he hecho al contestarles, les digo así, este crimen organizado y violencia es de otro tipo, que no debe extrañar decir que mueren más que en las guerras civiles en Medio Oriente o la que vemos en Europa, que somos el país con más feminicidios, periodistas desaparecidos y que cada día el que más manda es otro actor que no es el que velará por el orden y el bienestar desde lo institucional.
Si razonamos, el Estado se creó para que hubiera orden y no que cada quien tuviera el derecho de ejercer la violencia sin medida. En esa lógica pensemos en que grado estamos más cercanos o alejados de esa razón de las instituciones y la autoridad legitimada.
No normalicemos esto, porque si no estamos condenados, porque hasta convertir en corsarios a los piratas, implicó que gran parte estuviera alineada a la corona y se les prohibiera el daño a sus propias comunidades, sufriendo las consecuencias de quien no siguiera esta regla.
Así las cosas, pero seguiremos la siguiente semana.