El México propio: vida e historia (VIII)

Nacimiento

Se dice que, el primer aliento en este mundo, es a la vez el momento en que se empieza a morir. También, es entendido como el instante en que la historia empieza, pero, solo sí, y siempre si solo sí, somos conscientes de ello, acuñando la frase de Agnes Heller (última verdadera filosofa de la época contemporánea) que esa historia de la que hablamos “es el despliegue de la consciencia humana”.

¿Qué quiero decir con esto?: hay personas que pasan toda su vida sin saber que estaban, vaya … vivas.

En este breve capítulo, después de pasar por los anteriores con resúmenes de los orígenes de mi familia, ahora empezaré con lo que se dice del nacimiento de mi persona, y se dice porque, aunque podemos auto reflexionar sobre el segundo que llegamos a la vida, nosotros todos alterados y despertados a la fuerza con una nalgada, fuimos para esa ocasión el objeto de estudio observable de los padres e invitados que les cambió su vida entera.

Es decir, cuántas veces hemos oído que “en el segundo que lo vi nacer fui la persona más feliz del mundo” o “ha sido lo más hermoso que ha pasado”, o también “me volví adulto y responsable”, etc.

Es curioso, porque lo referente a reflexionarnos como seres nacientes, a veces queda en segundo plano. Por eso creo, que la naturaleza humana no está tan alejada del humanismo, porque llegamos a valorar más la vida de los otros que la nuestra.

Regresando al punto: nacer es un milagro. Si googlean tantito, verán la cantidad de probabilidades mínimas que se juntaron para que así fuera (porque otros no lo hicieron) y más allá de ello, sigue siendo un milagro sostenible que llegáramos hasta el aquí y ahora en este 2024. Si han visto la serie “mil maneras de morir” lo comprenderán con sarcasmo.

Pues vamos:

Nací un 12 de septiembre de 1992.

Un día curioseando en la red, descubrí que, casi a la misma hora que nací alrededor de las 9:17 h, lo primero que aparece es que en ese horario se hizo la captura de uno de los más grandes criminales de Perú, Abimael Guzmán, que básicamente creó una secta ideológica de izquierda comunista radical (no culpen a Marx por favor) para justificar la realización de una serie de atrocidades masivas hacia la población. Interesante ¿no?

Igualmente, en esa coyuntura para México, la presidencia estaba en manos de Carlos Salinas de Gortari, en que, en enero de dicho año, fue sede en el Castillo de Chapultepec de llevar un acuerdo para acabar con la guerrilla en el Salvador y para diciembre se estaría firmando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, iniciado un proceso de enormes cambios internos, incluyendo una de las fragmentaciones políticas más relevantes de la historia política del país en 1994 con el asesinato de Colosio.

Vaya, el contexto era malo en México, con un hartazgo por el unilateralismo del oficialismo y la evidente decaída económica, así como del bienestar de las familias.

También por ahí me enteré que justo en esa fecha del 12 de septiembre, el EZLN hizo la manifestación más relevante en el zócalo capitalino y unas fechas después, de alguien -que ahora está el Palacio Nacional- en defensa de los trabajadores.

Pues bueno, como muchas y muchos mexicanos, nacimos, dimos a luz, abrimos los ojos y lloramos con la primera salida del vientre; en mi caso, en el Hospital Español de la delegación Miguel Hidalgo en la Ciudad de México, dándole una tranquilidad y felicidad doble a la familia, y ¿por qué doble?, porque por pocas probabilidades y un tanto menos de pericia, quizá nunca hubiera llegado al mundo.

Resulta que unas semanas antes, en el hospital original que llevaba seguimiento al embarazo (el cual no diré porque sigue existiendo pero ya no están los culpables) le informaron a mis padres que venía mal con el riesgo de que pusiera la vida de mi madre en peligro, sugiriendo que lo mejor era empezar un proceso de aborto para evitar que dos vidas se perdieran, lo que ya imaginarán que generó en la familia: discusiones de por medio, dolores, imposibilidades, resistencias, hasta que accedieron ante la presión insistente de los doctores.

Sin embargo, a los dos días, con la inquietud todavía vigente, algo les dijo (a mis padres) que debían dudar de la certeza dicha por esos susodichos expertos, por lo que mi padre se movilizó para contactar a un viejo amigo médico que había olvidado que tenía.

Se fueron a hacer los estudios sin consultar a nadie, porque ya estaba en cama preparada para el proceso -con algunos medicamentos consumidos-, y resulta que, al ver los resultados, estaba completamente bien, realizando una acción a velocidad luz de traslado al Hospital Español y el retorno de mi padre para reclamar por semejante crimen que iba a darse.

Para la sorpresa de él, cuando fue en firme listo para demandar a los médicos, ya no existían los registros de tales y ni siquiera del expediente de mi madre. Queda claro, que intentaron posteriormente buscar a los culpables sin éxito, pero para esas circunstancias de a punto nacer, debieron ocuparse de lo prioritario.

Así es que surgí del mundo, con doble aliento, sin saber lo que estaría haciendo ahora y optando en mi yo consciente darle misticismo al suceso para así valorar doblemente la vida: un milagro entre la magia de la procreación y la sabiduría de quienes permitieron que así fuera.

No tuve contratiempos claro está, pero, sin saber exactamente si fue eso, o los mitos locales que los eclipses provocan cosas (hubo uno visto en el proceso de embarazo), unas semanas después, surgió un lunar muy extraño en toda mi parte izquierda del cuerpo a excepción del rostro y el cuello, del cual, tuve que pasar por cuatro operaciones durante mi vida, de una, por poco perdiendo la vida y viendo ese túnel que tanto hablan.

También a eso le he dado significado, tomándolo como un distintivo mío que, de no haber pasado, quizá otra fuera la perspectiva.

Ya hablaré de eso, mientras, en los subsecuentes capítulos, pasaremos por distintas etapas y aprendizajes, dado que todas ellas dejan plasmadas una forma de ver el mundo y construir un proyecto.

Ortega y Gasset decía: “Soy yo y mis circunstancias”, pero corresponde a nuestra voluntad el cómo lidiar con ellas.

Saludos.

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