En unas cuántas horas más se llevará a cabo la reunión de mandatarios y representantes de la política exterior de Belice, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Panamá y Venezuela en el corazón del mundo maya próspero en ceiba: Palenque, Chiapas.
Convocada por quien ha dicho, dejará la política e irá a descansar a esa tierra, mientras que concretará su última huella por medio de un libro. También es donde transitará el Tren Maya como el máximo proyecto de movilidad y desarrollo turístico del sur-sureste, y finalmente, hablando de Chiapas, como estado fronterizo, el sitio donde se evidencia con más intensidad el tránsito migrante compuesto de diversas nacionalidades que caminan con la esperanza de encontrar mejores oportunidades; un flujo que cada día se aumenta y se diversifica por las causas y por los perfiles que arriban, siendo el más alarmante, la niñez que llega sola.
¿Estar libres de conciencia y hacer constar el testamento de la más profunda buena fe y voluntad por una América distinta?
Este llamamiento que algunos comparten y aceptaron porque existía la sintonía, es cierto que puede significar una luz en el camino frente a un contexto que parece vaticinar tiempos oscuros a nivel mundial: las dos guerras en curso, tanto en Europa oriental, como en la Franja de Gaza (mas las que se vienen), la inflación que en algunas regiones ya se encuentra en recesión y la situación política pendular del hemisferio americano, de la mano del aumento de la inseguridad y la crisis climática. De los cuales, todos abonan a que se agudice la migración forzosa, y en que, siendo realistas, va necesitar más que buenas voluntades, proyectándose en dos caminos.
El primer camino, es que se deje por sentado una declaratoria en que hay la voluntad de los representantes de los Estados de buscar mejores alternativas para disminuir la migración forzosa y nuevamente exhortar en que es un tema multidimensional provocado, como tesis principal, por la falta de bienestar y las profundas desigualdades en las naciones, para que así, llegue a oídas del que termina siendo el destino de las oportunidades de tantas personas, los Estados Unidos, país en que recientemente, dejó en suspenso una serie de medidas fronterizas y de control migratorio debido a que por primera vez en la historia revocaron al presidente de la Cámara de Representantes, lo que da un segundo aire de solicitar que se de menos gasto para la guerra y más para el bienestar de los pueblos hemisféricos (sin embargo por lo que se ha discutido, esto no va cambiar y va mantener el mismo curso en que se encontraba).
Por cierto, para sumar a la declaratoria, no sé, que tan en el tintero lo tienen nuestros participantes, pero ya es tiempo de reconocer la migración forzosa por desastres naturales, porque en caso de pedir refugio, falta los fundamentos jurídicos y estructurales para recibirlos como tal.
Dicho primer camino, es la típica ruta de ejercicio de política exterior por parte de América Latina hacia el vecino del norte y bajo los mecanismos de cooperación internacional para el desarrollo, del cual, como sabemos, tenemos programas para el bienestar como Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida en algunos de los países centroamericanos; igualmente, hay acuerdos de migración ya validados con Estados Unidos con los venezolanos, y políticas de entendimiento de seguridad con México y Colombia, que suenan también a más de lo mismo sin generar cambios de raíz.
Pero, ¿en qué lugar del mundo disminuyó la migración, sobre todo del sur al norte? Hasta China sigue manteniendo la migración de su población a pesar de la prosperidad interna.
Algo es evidente, y es lo que encamina un segundo camino, muchos de los que mañana se van a sentar, vienen de un trazo en que tuvieron que salir de la caja convencional para llegar al poder, ya sea en el pasado como Cuba (que ha sido ejemplo en materia de salud y educación) y Venezuela (algo sobrepasado por los tiempos que les tocó vivir debido al fundamentalismo ideológico y no el pragmatismo por acabar la desigualdad) lugares geopolíticos que los han orillado a cierta toma de decisiones; Costa Rica que es el único país que no cuenta con fuerza armada y hasta ahora ha mantenido una paz interna, así como ha servido de tránsito sin extraordinarias situaciones como en otras naciones; Haití, primer país en independizarse de la región y que ahora se le conoce en el exterior como Estado fallido (¿Qué dirán ellos mismos?); Honduras donde recién llegó y hubo democracia progresista encabezada por una mujer; Panamá que entrará en elecciones en 2024; El Salvador que sorprendió al mundo por tomar medidas controversiales de la realpolitik para acabar con la inseguridad interna; Belice como hermano del habla anglosajona y que poco se le ha escuchado; Ecuador donde por nada (solo prevenirse) pasa lo mismo que en Perú (obviamente sin comparar hasta por los perfiles); y Colombia, lugar en que llegó un insurgente con mucho que hacer y poco tiempo, país en estos momentos en que se tiene una simbiosis con México, es decir, lo que ha sucedido aquí está pasando allá, y lo que pasó allá, está sucediendo aquí.
Interesante reunión será, si se tiene la intención de salir de la caja como lo hicieron en sus elecciones o revoluciones de antaño para ahora hacer gobierno y alianzas al modo del siglo xxi, en que las problemáticas internas, muchas se deben a razones transfronterizas y, por tanto, también sus soluciones.
Hay un segundo camino, que empieza con cambiar la perspectiva y esta es, que la migración es un proceso evidentemente tendencial y que no se puede interrumpir al corto y mediano plazo, sin embargo, puede dejar de ser forzoso, para convertirse en una alternativa ante el lento proceso de contar con las condiciones internas para no buscar oportunidades en el exterior, es decir, es pensar que nuestros migrantes son la fuerza laboral más poderosa de una nación que deja derrama económica a sus familias y genera mano de obra a los Estados Unidos.
Esta visión a la que me refiero es una perspectiva de “capital humano” pensando que si los ves como un brazo más del Estado-nación, hay que invertir en su debido rol como trabajadores, incluso, con asignaciones presupuestales que sean equivalentes a su aportación al PIB y su honesta intensión en que sus familias en sus territorios tengan bienestar; incluso, rompiendo con todo un enfoque de redistribución y recaudación del Estado, en que tengan su propia ramificación fiscal para generar incentivos, seguimiento estadístico y consular (un observatorio) y, es más, sindicalmente, otro tipo de contratos colectivos, apegados a las formas del derecho internacional.
Con esto, entonces, se pudiera hablar en términos de “la riqueza de las naciones” tan al estilo U.S.A. actual, el Welfare State de Roosevelt, además de las necesidades históricas latinoamericanas, hablando, ahora sí, sin entrar en términos del deber ser político-civil al deber ser social-económico, de la construcción de una verdadera Alianza para el Progreso.
Con ello, podemos hacer una distinción muy particular de dejar fuera del costal de problemas a los migrantes, y entender que el problema de fondo está en lidiar con la inseguridad, el flujo de drogas y armas, y que Estados Unidos debe reconocer que hay un tema en su “dejar hacer” del mercado que ha puesto en jaque a su tejido social, el consumo desmedido de drogas de todo tipo y proveniente de todos lados, así como la falta de estructura estatal (por ese mismo dejar hacer) para las oportunidades de empleo a su ciudadanía. Hay que reflexionar, que esa vieja práctica política de crear enemigos externos para culparlos de todos los problemas internos, ya no sirve cuando tienes más enemigos que aliados, por lo que será visto por tu sociedad como un inútil más que un héroe justificado.
¿Qué les parece?
Es curiosa la naturaleza humana, porque en realidad si todos fueras “racionales” y establecieran acciones concretas sin “tabús” ideológicos, maniqueísmos, intereses personales ajenos a las necesidades de su población, digamos que todos dirían: -esta bien, hagámoslo-. Pero falta el convencimiento voluntario, en que una propuesta, pueda pasar por los oídos y la lógica de todos, porque cada quien entiende distinto “bienestar”, “solución”, “política” y “cooperación”. Hay que recordar cómo hablar, con la misma sensibilidad que el planeta nos habla a nosotros.
Entre la brisa que toca sin observarse, la marea que eleva sin moverse, el sol que arropa y el cantar del bosque, desde la más mínima flor, hasta el aleteo del quetzal. ¿Son sensibles?
Prof. Dora Isabel González Ayala.