Fuente: Dirección Editorial, lunes 02 de agosto de 2021, CDMX.
Para Ricardo Chang, el gobernar con el corazón, ¿debería ser un arte? Se lo preguntamos en estos instantes, ya que se acerca la entrada de los nuevos Diputados Federales de la 65 Legislatura, así como de algunos Gobiernos Estatales, Municipales y Congresos Locales en México.
Sabedores del público en general y propio de nuestros lectores, de que es un especialista en temas Parlamentarios, Gubernamentales, Empresariales, así como de aspectos relacionadas a China, nos comenta lo siguiente:
Bueno, no hay malos gobiernos, hay mal intencionados. No se puede aspirar a un esquema de progreso y desarrollo de este país, sin una transformación plena donde la igualdad, el respeto a los derechos humanos, el acceso a los servicios básicos esté presente en cualquier rincón de México. Hoy el tema de agenda, ya no es tanto las políticas públicas racionales, sino las personas que están detrás del poder político.
Gobernar no es sólo administrar bajo un marco de normas y leyes, gobernar es desarrollar por sí mismo un sello propio donde esa mujer o ese hombre, deberá tomar sus propias decisiones en beneficio de su demarcación con impacto regional. Sin duda uno de los principales atropellos a un gobierno municipal es la nula recaudación, pero, de la misma forma, la pobreza.
Un Presidente Municipal, un Diputado Local, un Diputado Federal, debe trabajar con referentes académicos, con buenas prácticas y con muy buena autoestima. Sin duda, el estar siempre motivado es importante para tomar conciencia de las decisiones democráticas y de su total compromiso.
Autoridad o funcionario que no se eduque en el desarrollo de su desempeño, está en la línea curva del fracaso, ¿por qué? Tan simple, el precio más caro que pagamos la sociedad por el abandono de la capacitación continua puede ser peor de lo que nos imaginamos, ya que vivimos tiempos en que el conocimiento técnico se ha basado en promesas excesivas sin resultados.
Un gobernante, un parlamentario o servidor público, debe tener una mente íntegramente entrenada para ser testimonio de su propia historia, de sus bondadosas acciones y asumir sus equivocaciones. Se le debe demostrar a la sociedad, al electorado, que los políticos de hoy son más resistentes a las tentaciones del dinero público y a los antiguos vicios de la corrupción.
El papel del que está detrás de la silla del escritorio, deberá quedar en el recuerdo: del que sí se pudo y al que no se puede. Hoy un sin número de alcaldes y legisladores, deben trabajar de la mano con los gobernadores, deben mostrar convocatoria y capacidad de gestión. No es mejorar la suerte del ciudadano, es tener mejores condiciones de vida para todos, sin distinción. Ningún gobernante o parlamentario tiene el derecho de condenar alguna comunidad por raza, color o creencias religiosas.
Un buen gobernante no separa o distingue a la sociedad en colores o simpatías partidistas, no, lo de hoy es emprender un colectivo que sienta que el poder político de las cosas es el dialogo y el crear conciencia en todos los sectores; se debe arropar la innovación, el desarrollo de obras públicas estratégicas, atraer capitales y motivar las inversiones sostenibles.
Pues, más que presentar una respuesta integral a la pregunta, es una serie de sugerencias. El COVID-19 nos ha cambiado el ritmo de vida, en donde debemos ser más conscientes. Hoy la sociedad en general, se volvió más partidista de las redes sociales, cual no debemos dejar de pasar, nomás porque sí.
Y creo que la respuesta a la pregunta inicial es: “sí, gobernar con el corazón es un arte”.
Muchas gracias.