Fuente: El Faro Luz y Ciencia, viernes 1 de mayo de 2020, CDMX.
Escrito por: Arturo Jasso González* Miembros de la Red Juvenil El Faro/Agenda 2030.
La pandemia del COVID-19 se traduce en una emergencia económica y social que ha llegado a todos los rincones del mundo, generando la paralización de los movimientos económico, y junto a él, una enorme sombra que engrosa aún más: la brecha social; poniendo en números rojos el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 10: Reducción de desigualdades.
Desigualdad en México: tema para reflexionar durante y después del confinamiento por COVID-19.
En los recientes días la población mexicana ha resistido los embates provocados por la emergencia sanitaria a causa de la propagación del COVID-19; dichos efectos no solo se limitan a un tema de salud pública, también inciden en el círculo de las tareas pendientes en materia de seguridad social, el cual, se agudiza con la actual crisis del sector económico.
Y no es para menos, la creciente incertidumbre y el obligatorio confinamiento, evidencia y aumenta la desigualdad social, por lo que se convierte en un factor más que impide la lucha para reducir la pobreza y obstaculiza la oportunidad de mejorar la calidad de vida de los que aún viven al día.
Al respecto, información de Naciones Unidas ONU puntualizó que las “12 millones de personas más ricas de México perciben los mismos ingresos que 84 millones de personas más pobres”, lo que tomaría «más de 120 años emparejar la brecha de salarios entre ricos y pobres en nuestro país» complementó la Dra. Leticia Merino Pérez del Instituto de Investigaciones Sociales IIS.
A su vez, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL estima “una contracción de -1,8% del producto interno bruto regional, lo que podría llevar a que el desempleo en la región suba en diez puntos porcentuales. Esto llevaría a que, de un total de 620 millones de habitantes, el número de pobres en la región suba de 185 a 220 millones de personas; en tanto que las personas en pobreza extrema podrían aumentar de 67,4 a 90 millones”.
La desigualdad ahora tiene un protagonismo mayor y por lo visto estará presente con más fuerza durante los próximos años; esta será una llaga imborrable con efectos devastadores. A lo cual, corresponde a la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y particularmente al Objetivo de Desarrollo Sostenible ODS 10: Reducción de las desigualdades, ofrecer alternativas para la sociedad en general, así como para los tomadores de decisión.
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En la segunda meta de este ODS tiene por misión “potenciar y promover la inclusión social, económica y política de todos, independientemente de su edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o situación económica u otra condición”.
Dicho apartado, es donde encontramos el punto para redirigir los discursos y las efectuamos atendiendo las necesidades inmediatas, al igual que generando políticas públicas enfocadas en reducir el impacto económico en las poblaciones más vulnerables, así como en los trabajadores, quienes son las nuevas víctimas de la pandemia ante la falta de oportunidades de un mercado laboral que se encuentra cada vez más reducido.
El Gobierno de México en su Plan de Reactivación Económica ha indicado varias estrategias para atender a las poblaciones más necesitadas durante esta emergencia económica, entre lo que destaca la ampliación de los Programas Integrales de Bienestar y el lanzamiento de otros programas sociales y de desarrollo para beneficiar a 22 millones de personas.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI refiere en su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo durante el cuarto trimestre de 2019 que hubo 57,625,521 personas que conformaron la población económicamente activa, de las cuales, de acuerdo con la Secretaria del Trabajo Luisa María Alcalde, del 13 de marzo al 6 de abril del presente año, “se han perdido 346,878 puestos de trabajo en el empleo formal”.
Por otro lado, este engrosamiento de la brecha, también se ve reflejado en las oportunidades de las mujeres, dificultando la obtención de los recursos básicos para sostener a sus familias.
De acuerdo con OXFAM, “el 58% de las personas en situación de vulnerabilidad laboral son mujeres, quienes a nivel mundial ganan un 20% menos que los hombres y el 64% de las personas trabajadoras con bajos salarios son mujeres”; para el Observatorio de Trabajo Digno de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, «el desempleo en México es de 12%, y en lo que se relaciona con el género, es de 8% para hombres, mientras que en mujeres es de 18%».
Otro de los tópicos que nos atañe es el “trabajo en casa”, trabajar a distancia no es posible para todos, dado que aún persiste la falta de infraestructura digital adecuada que permita la cobertura en todos los rincones del país, por lo tanto, es necesario su fortalecimiento. Es un error pensar que la única alternativa que tenemos para dar soluciones y generar crecimiento económico es la dependencia al acceso de las Tecnologías de la Información y Comunicación TICs, mientras que siga existiendo un sector de la población excluida.
Datos del INEGI en los Indicadores sobre Disponibilidad y uso de TIC indica un aumento de 44.19 en 2015 a 44.3 en 2019 respecto a “Hogares con computadora como proporción del total de hogares”, también, hay un aumento significativo de un 39.2 en 2015 a 56.4 en “Hogares con conexión a Internet como proporción del total de hogares”.
En otros aspectos, debemos entender que los programas sociales y de desarrollo por parte del gobierno son una primera línea de defensa para muchas familias en situación vulnerable de pobreza y pobreza extrema, sin embargo, quizá sea en muchos casos la única fuente de ingresos para subsistir; por lo tanto, no es suficiente para terminar por completo con la desigualdad social.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social CONEVAL en su Medición de la Pobreza 2008-2018 expone sobre “la transición de la población en situación de pobreza de 49.6 millones de personas en 2008 a 52.4 millones de personas en 2018; respecto al combate a la reducción de la población en situación de pobreza extrema el porcentaje fue de 12.3 millones de personas correspondiente de 2008 a 9.3 millones de personas en 2018”.
México debe repensar los mecanismos que garanticen a los 127 millones de mexicanos que somos en el país, las condiciones igualitarias de acceso a los servicios básicos (el Gobierno de México espera llegar a 50 mil viviendas en zonas marginadas de 50 municipios del país para introducirles agua potable, drenaje y pavimento con la inversión de 25 mil millones de pesos adicionales), incluidos el servicio médico y la seguridad social, en este último, más de la mitad de la población económicamente activa no tiene seguro social.
¿Cómo garantizar este derecho? se encuentra el Seguro Popular para disminuir este hueco, pero los esfuerzos deben enfocarse en lograr la incorporación al empleo formal de toda esta población en la brecha.
Un peligro latente se avecina: inseguridad económica.
Por último, dentro de las muchas acciones que están tomando los organismos internacionales, entre los Estados en las reuniones globales como el G20 y nacionalmente por parte del gobierno, es importante destacar la existencia del Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero, cuyos miembros pueden apoyar a disminuir las condiciones desiguales desde la trinchera de la evaluación, análisis y coordinación de autoridades en materia financiera.
Leer más: Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero en México
Ningún país estaba preparado para afrontar una crisis de tal magnitud, pero debe la comunidad internacional recordar que, para reactivar la economía, la vida de millones de personas esta en juego en estos momentos.
No debemos dejar a nadie atrás.
Twitter: arturojasso_95