ODS 14: Vida Submarina |México COVID-19

Fuente: El Faro Luz y Ciencia, jueves 7 de mayo de 2020, CDMX.
Escrito por: Francisco Javier Leyva Ortiz* Miembros de la Red Juvenil El Faro/Agenda 2030.

Nuestro planeta está cubierto en un 75% de agua, el cual ha sido uno de los entornos más afectados por los desechos y la actividad humana, sin embargo, sumado a los retos existentes para salvaguardarlos, en esta pandemia COVID-19 se le integran otros riesgos, ¿estamos más lejos de cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14: Vida Submarina?

¿El coronavirus terminó afectando la vida submarina?

Ningún otro espacio representa la vida misma como es el agua, aquel elemento que representa el 99% del entorno vital de la Tierra en volumen, del cual, conforme a las Naciones Unidas, su 40% ha sido afectado por la contaminación; absorbiendo el 30% del dióxido de carbono total, y generando un 26% de su acidificación; a esto se le suma el aumento desproporcionado de desechos en todos los rincones, donde se estima que por cada kilómetro cuadrado de océano hay 13,000 trozos de desechos plásticos afectando gravemente a la vida marina (ubicando 200 mil especies identificadas) y negando el sustento a 3,000 millones de personas en el mundo.

Nuestros cuerpos azules son los que han pagado la peor parte de nuestra imprudencia, y en estos momentos (ante y post COVID-19) que estamos más que pasados de la raya, sólo con el compromiso y la alianza entre sectores, timón de la Agenda 2030, podremos estimar un mejor futuro.

Al respecto, cuando en el 2015 los países firmantes de la Agenda 2030 establecieron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, se incluyó el “ODS 14: Vida Submarina” fijando las metas mínimas para lograr reducir el daño generacional que hemos hecho a nuestra fuente vital:

1) Reducir la contaminación marina de todo tipo; 2) proteger los ecosistemas marinos y costeros; 3) reducir al mínimo los efectos de la acidificación de los océanos; 4) reglamentar la explotación pesquera y poner fin a la pesca excesiva, la pesca ilegal, la pesca no declarada y no reglamentada y las prácticas de pesca destructivas, y restablecer las poblaciones de peces; 5) conservar por lo menos el 10% de las zonas costeras y marinas; 6) prohibir ciertas formas de subvenciones a la pesca que contribuyen a la capacidad de pesca excesiva y la sobreexplotación pesquera en el marco de la Organización Mundial del Comercio con trato especial y efectivo para los países en desarrollo y los países menos adelantados; 7) aumentar los beneficios económicos que los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países menos adelantados en pesca, la acuicultura y el turismo; 8) aumentar conocimientos científicos, capacidad de investigación y transferir la tecnología marina, con criterios y directrices de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental; 9) facilitar el acceso de los pescadores artesanales en pequeña escala a los recursos marinos y los mercados; 10) mejorar el uso sostenible de los océanos y sus recursos aplicando el derecho internacional reflejado en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.

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ODS 14: La vitalidad de todos

Para poner los cuadros en la mesa, en lo que refiere a la pesca, -que juega un papel destacado en este ODS-, representa una de las bases principales de la seguridad alimentaria, como es el caso del pescado, mismo que es la principal proteína animal para más de 1000 millones de personas, con un promedio mundial de consumo de pescado de alrededor de 20 kilos per cápita al año​; sin embargo, la contaminación de su hábitat, pone en riesgo a dicha población beneficiada; así como deja en jaque al 5% del Producto Interno Bruto PIB mundial. Es por ello, que los organismos internacionales, han promovido la reducción de la pesca ilegal (aproximadamente 60 millones de trabajadores legales de jornada completa y parcial dependen de la pesca de captura marina), contribuir al aumento de la producción acuícola, y proteger las áreas marinas protegidas (2% del total de cuerpos de agua en el planeta) como estratégica para restaurar la vida marina.

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Otro dato que coincide como recomendación al rubro, es del evento que se llevó a cabo en esto días denominado «High Level Panel for a Sustainable Ocean Economy» (donde fue parte México) el cual puso a disposición el documento «Critical Habitats and Biodiversity: Inventory, Thresholds and Governance» con nuevos modelos de gobernanza del océano.

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En el caso de América Latina y el Caribe, su conjunto espacial tiene una línea de costa de más de 70.000 km, del cual, para 22 países de la región, el mar representa un 60 por cierto o más de su territorio. Mientras que Chile, México y el Perú en conjunto han capturado poco más del 11% del total de la pesca mundial (están entre los 18 que concentran el 80% de la captura de recursos pesqueros mundial). En otras vertientes de la región, sus puertos despachan el 9% de la circulación mundial de contenedores (el transporte marítimo moviliza alrededor del 90% del comercio internacional); y en los pequeños Estados insulares se realizan más del 45% de los viajes en cruceros del mundo, tan solo en Canal de Panamá pasan más de 14.000 buques.

Lo que refiere a México y Chile, han sido reconocido por las Naciones Unidas por haber avanzado en la meta 11 del ODS 14, conocido como “Metas de Aichi para la Diversidad Biológica”, en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica (en cuanto a la conservación por medio de áreas silvestres protegidas de al menos ese porcentaje de las zonas marinas y costeras para 2020).

Sin embargo, los desechos siguen sin reducciones significativas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL registró en el Caribe en el período 2006-2012 (último informe regional), residuos de plástico de bebidas (19,6%), bolsas de plástico y papel (16,9%), tapas y tapones (11,4%), utensilios, vasos y platos (9,6%) y botellas de vidrio (6,7%), y colillas de cigarrillo; provenientes de las áreas terrestres colindantes del continente (85%), donde México es de los más cercanos; afectando directamente a la pesca, el transporte y el turismo.

Por tal, la CEPAL ha hecho una serie de sugerencias, priorizando la identificación de áreas de mayor riesgo, administrar eficientemente las áreas marinas protegidas y ecosistemas marinos en general; así como la promoción de información con los sectores.

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Centrados en México, nuestro país siempre ha sido un actor comprometido en las agendas globales. En lo vinculante con el ODS 14, es parte del Acuerdo de París, asimismo, tuvo un papel preponderante en la Sexta Comunicación Nacional de Cambio Climático entregada a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático CMNUCC en el 2018 y en el COP 25 del 2019.

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Nuestra nación destaca en el mundo por la extensión de sus litorales, que involucran el Pacífico y el Atlántico con 11,122 km en su parte continental, convirtiéndonos en punto estratégico en geoeconomía. Conforme a las cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural SADER (en relación con SAGARPA en 2017), la producción pesquera y de acuacultura sobrepasa los 2 millones de toneladas, lo que representa un crecimiento anual de más de 10 por ciento, y en cuanto al turismo, de acuerdo con la Secretaría de Turismo SECTUR representa una de las actividades económicas más importantes en la región costera, aportando más del 8% del PIB anual y generando 2 millones de empleos.

Pero en su otra cara, también México provoca que medio millón de toneladas de residuos plásticos terminen en el mar, lo que es equivale a tirar un camión de basura cada hora costándole la vida a miles de especies marinas, a nuestros pescadores y al turismo.

Algunas de las políticas y acciones del Gobierno de México para hacer frente a esta problemática y validar la protección de nuestra vida marina destacan: la Estrategia Nacional sobre Biodiversidad de México y Plan de Acción 2016-2030, la Estrategia de Integración para la Conservación y el Uso Sustentable de la Biodiversidad en el Sector Pesquero y Acuícola (2016-2022), la certificación de playas mexicanas con el distintivo Blue Flag (35 playas y 2 marinas); lanzamiento de las campañas “Por nuestros mares, sin plástico está bien” y “Protección de los Océanos, Mares y Costas de México” por la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales SEMARNAT; creación de los Comités de Vigilancia Ambiental Participativa; la Comisión Intersecretarial para el Manejo Sustentable de Mares y Costas CIMARES y la Comisión Nacional de Coordinación de Investigación Oceanográfica CONACIO.

En el documento “La implementación de la Agenda 2030 en México” elaborado por el área encargada de la Agenda en la Oficina de la Presidencia de la República, en su página referente al ODS 14, hace una linea de propuestas: 1) impulsar el manejo integrado de zonas costeras y marinas; 2) restaurar ecosistemas y zonas degradadas donde enfatiza en actualizar la Estrategia Nacional para la Conservación y Desarrollo Sustentable del Territorio Insular Mexicano; 3) establecer un enfoque integral de conservación; 4) fomentar la adaptación al cambio climático en zonas costeras y marinas; 5) Incrementar las capacidades de protección y vigilancia.

A su vez en el documento de la “Estrategia Nacional para la puesta en marcha de la Agenda 2030” aterriza en acuerdos los planteamientos para este ODS.

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Los residuos y su última amenaza en el Coronavirus: cubrebocas

La pandemia COVID-19 trajo consigo un aumento considerable en la venta de cubrebocas y demás productos hechos con materiales de plástico o inorgánicos, que, aunado a esto, tienen la particularidad de desecharse rápidamente para evitar contagio. En esa lógica, si se propone que todo ser humano en el planeta tenga cubrebocas (7.594 miles de millones en el registro de 2018) y se deben dejar de usar al día, por tres meses de pandemia (desde febrero) habremos desechado en total de 706,242 miles de millones de cubrebocas; para que todas, o su mayoría terminaran en el mar.

Esta alarma hacia los cubrebocas, inició el 11 de marzo de 2020, cuando diversos grupos ambientalistas reportaron que había un aumento de este tipo de basura a lo largo de las costas de Hong Kong. Gary Stokes, fundador del grupo ambientalista Oceans Asia, explicó que:

“La mayoría de los 7,4 millones de personas de Hong Kong, llevan semanas poniéndose máscaras faciales de un sólo uso todos los días, con la esperanza de evitar el coronavirus, que ha infectado a 126 personas en la ciudad y mató a tres de ellas. Pero un gran número de las máscaras no se eliminan adecuadamente, y en su lugar terminaron siendo arrojadas al campo o al mar, donde la vida marina puede confundirlas con comida, terminando en las playas junto con las bolsas de plástico habituales y otra basura. […] Cito el ejemplo de las islas Soko aisladas y deshabitadas de Hong Kong, al sur de su aeropuerto internacional. Inicialmente encontré 70 máscaras desechadas en un tramo de playa de 100 metros y cuando regresé una semana después, había más de 30 nuevas”.

El problema no se limita ahí, residuos similares están causando problemas en metrópolis más grandes como Nueva York y Londres. Esto es alarmante, pero por las prioridades sanitarias actuales, es muy pronto para calcular números certeros de las consecuencias del Coronavirus en el desecho de estos productos.

Aunque, puede ser la próxima problemática medioambiental. Richard Thompson, Director del Instituto Marino de la Universidad de Plymouth expresó: “Esto debería ser lo mismo tanto si se trata de una botella de limonada como de una mascarilla que se utiliza en un hospital”, señala Thompson. “Por supuesto, no ayuda que estemos en esta época de crisis, particularmente cuando todo el mundo quiere una mascarilla”. 

¡El problema está en la mala costumbre! Esta práctica de desechar sin cuidado se hará insostenible para el planeta .

¿Qué debemos hacer?

Si bien se puede creer que hay buenos motivos para no hacerlo, se deben de empezar a usar nuevos materiales para los cubrebocas, guantes y demás recipientes, como los del gel antiviral; asimismo, la población debe de asegurarse de no tirar este tipo de productos en otro lugar que no sea un cesto de basura, no sólo por cuestiones ambientales, sino también por cuestiones de salud.

A este uso de residuos, no solo va por los cubrebocas y demás productos para protección médica, también por los recipientes para alimentos, los cuales, han aumentado con el servicio a domicilio y por ende, aumenta también el uso de estos; por lo que se deberá de cuidar aún más, y en la medida de lo posible utilizar aquellos que sean biodegradables, mismos que ya existen, pero prioritariamente, cambiando el estilo al uso de los lavables, y así evitar una mayor contaminación de los mares y todo cuerpo de agua.

Finalmente, la solución debe basarse en tres estrategias: 1) que las autoridades del sector público (ejecutivo y legislativo) realicen una gestión apropiada de sus residuo e incentiven campañas, reglamentaciones y políticas para reducir el consumo y desecho excesivo; 2) por parte del sector empresarial, que cada vez sean mayores los artículos fabricados con materiales biodegradables, y 3) de parte de la sociedad civil, se debe de incentivar la responsabilidad de tirar la basura únicamente en los recipientes específicos o en los puntos de recolección certificados.

Es entendible que ante una situación tal, como una pandemia, los esfuerzos del sector público estarán principalmente encaminados en atender la salud de la población; sin embargo, la misma visión de los ODS, ayuda a comprender cómo vincularlo a los otros sectores. No sumemos un problema consiguiente al presente.

El motivo no es solamente por un comportamiento ético para salvar la vida submarina, sino que, en caso de no seguir estas indicaciones, terminará por afectar no sólo la vida submarina, sino también la misma salud humana y nuevamente la población del planeta se vería amenazada.

El Coronavirus es una prueba de los alcances que puede tener el no seguir las medidas apropiadas para prevenir efectos colaterales.

Twitter: @ley_xavier

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