Columna: Del Interior Al Exterior | El Faro Luz y Ciencia.
De: Dora Isabel González Ayala.
La XXXI Reunión de Embajadores de Cónsules dejó mensajes esclarecedores para la política exterior mexicana con matices entre las tradiciones y los nuevos desafíos de nuestros tiempos.
Este martes 7 de enero se dio por inaugurada la segunda Reunión de Embajadores y Cónsules en el presente gobierno de Andrés Manuel López Obrador, donde el título temático a tratar es la «Política Exterior para el Bienestar» y que dentro de su contenido, dicho entre líneas, destaca como ejes fundamentales: la seguridad (hemisférica), el multilateralismo, así como regreasar el papel regional del hermano mayor.
¿Retomamos y desarrollamos una nueva política?
El discurso inicial realizado en la SRE por el Canciller Marcelo Ebrard tuvo su peculiaridad, destacando ante otras cosas, que frente a las adversidades de nuestro tiempos, hay entusiasmo porque México, hoy en día, tiene una democracia fuerte y consolidada, con un respaldo popular mayoritario y por lo tanto, el respeto de las naciones. Al respecto, es claro que no se compara el nivel de seguridad y de confianza de un gobierno sin credibilidad a uno con apoyo general; eso lo saben todos los gobiernos nacionales y extranjeros.
Dicho en una sola frase por el Lic. Ebrard, la más importante del discurso en opinión personal: «La base de la política exterior mexicana es su política interna».
Con ello, estamos viendo un estilo definido de nuestra diplomacia, -nada nuevo-, porque son formas nacionalistas, de tradicional autodeterminación, pero que de acuerdo con las acciones demostradas en este año pasado, tiene un gran pragmatismo y un uso del equilibrio del poder sin pasar de largo los principios fundamentales.
El nuevo gobierno parece que esta trayendo los tiempos de oro de la política exterior de nuestro país.
Ciertamente estamos viviendo un parteaguas mundial con escenarios caóticos y de incertidumbre, pero que en relación a la experiencia histórica, son oportunidades para que México demuestre su fuerza ante el mundo. Los nuevos fuegos requieren de algún actor prudente que pida por las relaciones pacíficas, la cooperación y el respeto mutuo, ¡ah! sin olvidar, el cuidado del medio ambiente.
El gobierno actual hasta ahora, ha caminado pragmáticamente para defender las necesidades internas y priorizar la preservación de las relaciones hemisféricas.
El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá tuvo sus claroscuros que, con las urgencias electorales del vecino del norte, sumado a los nuevos retos en materia de seguridad y desarrollo económico, permitió mayoritariamente el progreso esporádico del Acuerdo.
Cabe destacar que entre lo dicho por el Canciller en cuanto a la relación con Estados Unidos, se incluyó además de la migración como agendas prioritarias, el control del uso de las armas, enfatizando sobre las responsabilidad bilateral que debe haber y su enorme relación con el narcotráfico en México. Esto permitirá tratar adecuadamente un peligro urgente en nuestro país (y riesgoso para nuestros vecinos).
Por otro lado, con América Latina y el Caribe que en estos momentos es un «polvorín», se ha mantenido nuestro papel del hermano mayor, además de aplicar el derecho de asilo, no violar la Convención de Viena, así como, muy importante, no encasillarnos en una corriente ideológica.
En cuanto al multilateralismo, el cual ha ido con lentitud, entre muchas de las regiones mencionadas, ahora se habló de Eurasia; y se destacó en lo general que con cualquier país del mundo siempre habrá amistad.
Al parecer vamos experimentando -buenas nuevas-. El gobierno mexicano, sobretodo este dúo entre el Presidente López Obrador y el Canciller Ebrard esta demostrando acciones asertivas. Cabe enfatizar que después de la Inauguración en SRE, más tarde nuestros diplomáticos fueron a Palacio Nacional para ser recibidos por el Presidente, lo que dejó sagazmente ese mensaje de política interna y política externa.
Todavía no es momento para ver el fruto de los esfuerzos, ni para cantar victoria, y esperemos que nunca sea efectiva la frase de «divide y vencerás» porque aún falta un largo tramo por andar. Estos hechos requieren de tiempo y esfuerzo constante; para cumplir las metas de erradicar la corrupción, aplicar la Agenda 2030, fortalecer la diplomacia en los gobiernos locales, mejorar la confianza en la inversión extranjera sin afectar el desarrollo interno, etc.
Hoy tenemos una Cancillería más engrosada (turismo, cultura, entre otros rubros incluidos) que va en relación con las nuevas realidades que enfrentan las Embajadas y Consulados: una diplomacia multinivel, multisectorial, multidimensional.
Representar en el 2020 a un país, ya no solo es entre un Estado con otro, y mucho menos acotado a puntos fijos e inamovibles; en estos momentos, es un verdadero desafío llevar a cabo esta tarea en contextos globalizados, y que ninguna nación ha logrado en su totalidad.
Ahora se habla de diplomáticos que deben ser versátiles, camaleónicos pero que no deben perder su identidad, para ello la formación del servicio exterior mexicano, e inclusive desde las universidades debe transformarse y no descartar que podamos construir un nuevo modelo de política exterior mexicana.