Fuente: Enrique S. Valencia Analista El Faro Luz y Ciencia, 24 de septiembre de 2018, CDMX.
En la elección del primero de julio pasado se inicio un proceso de transición política y de reconfiguración del sistema de partidos, con ello, los cambios han permeado cada uno de los rincones de la cultura, por lo que se requiere nuevas escuelas políticas para las nuevas tendencias y sus nuevas juventudes ciudadanas mexicanas.
Las juventudes no están exentas de los efectos generados por una cultura política cambiante, pues los jóvenes han cambiado la comunicación política en su forma.
Hoy se requiere de un fuerte entendimiento colectivo acerca de las necesidades de la sociedad, por ejemplo, en el caso de las juventudes de los partidos, tienen que desempeñar un papel protagónico en la reconstrucción de los mismos tomando en cuenta las demandas y necesidades de la sociedad así como retomar los ideales fundamentales que alguna vez hicieron fuertes en lo electoral a estos partidos.
Pero, ¿en donde se ve reflejado el liderazgo? Algunos líderes de opinión y expertos en análisis político señalan algunos puntos respecto a las juventudes dentro de los partidos.
Cabe mencionar que es un hecho que los partidos políticos mexicanos son poseedores de las organizaciones políticas-juveniles más grandes de América Latina. Sin embargo, en el pasado proceso electoral algunas se quedaron muy lejos de las expectativas generadas al interior de sus partidos, esto a pesar de las características cuantitativas de las mismas.
Dicho fenómeno se puede explicar si partimos de la hipótesis actual: “la participación de los jóvenes no tiene como marco de referencia instituciones o partidos políticos”, es decir, las organizaciones políticas pueden estar inmersos en un proceso de indiferencia hacia la vida pública, lo que genera la canalización de los intereses por lo público a otros espacios de acción colectiva.
De acuerdo con la última encuesta de cultura política realizada por el Colegio de México (2014), por cada 50000 jóvenes en la República el 19.3% se ubica en actividades políticas o sociales más allá de la escuela. Lo anterior aunado al incremento en la participación por medios digitales que implica una alternativa en el interés por la vida pública.
Por otro lado, hoy en día las organizaciones y asociaciones juveniles partidistas resultan insuficientes para la incursión política que los jóvenes demandan. Si revisamos los principios, doctrinas y planteamientos de estas organizaciones podemos identificar una clara pluralidad de ideas dentro y fuera de ellas, con proyectos que parecen estar a la vanguardia con el pensamiento social de los sectores juveniles que buscan conquistar la ruptura epistemológica, las cuales surgen cuando estas organizaciones no consiguen sus objetivos, y por lo tanto, ni crecer su número de integrantes y posicionamiento visible en las agendas públicas nacionales y locales.
Al respecto, resulta vital coaccionar algunos elementos fundamentales: 1) las organizaciones juveniles de los partidos políticos, 2) las asociaciones civiles, 3) los jóvenes politizados que no se identifican con los partidos, y 4) los jóvenes que han sido alcanzados por el fenómeno de la despolitización.
Al igual que como sucede con las verdaderas políticas públicas, estos elementos requieren una coordinación entre el Estado, el sector privado, la sociedad civil organizada y el pueblo en general, es decir:
Una política pública de integración sociopolítica juvenil requiere de la integración de todos los elementos juveniles.
Para llevar a cabo tal planeación se necesita de una escuela ciudadana de cuadros.
Los partidos más exitosos en sus relevos generacionales son aquellos que forman cuadros políticos a través de su ideología y principios, para esta propuesta más que buscar partidos políticos fuertes se necesita una ciudadanía fuerte desde las juventudes.
Respecto a este panorama, no debe ser a partir del adoctrinamiento político sino de la educación en cultura política para el desarrollo de esa integración incluyente y plural que tanto se desea, para que la formación de nuestro sistema político sea comprensible con los jóvenes de todo el tejido social que les permita ser consientes de los caminos y opciones políticas que se adapten a sus intereses y necesidades.
Más allá de la impartición de los conocimientos filosóficos y teóricos, una escuela de cuadros políticos sin partido requiere pasar a la práctica. El desafío esta en catalizar la integración política de los jóvenes a través de una correcta orientación basada en la solidez de la educación y la cultura política a través de espacios de debate y simulación legislativa y gubernamental del más alto nivel, con un impacto político en lo personal.
La forma de enseñar de las escuelas de cuadros de los partidos en México tiene una metodología adecuada por lo que han sido reconocidas en ámbitos como Comunicación Política, Opinión Pública y Marketing Electoral, sin embargo, no cantan la misma suerte en la Legitimidad Conquistada en los jóvenes fuera de dichos institutos.
Además de la atención personalizada por parte de la escuela de ciudadanos jóvenes, lo más importante será fomentar las disciplinas requeridas para que encuentren en esta propuesta más que un centro de aprendizaje superfluo un camino de vida, un camino con identidad propia con una inserción que logre motivar a todos no solo al escalar los peldaños correspondientes de la estructura interna, sino al interiorizar valores, máximas y enseñanzas capaces de mostrarles el gran potencial que poseen a nivel individual y colectivo para generar todo aquel cambio positivo que México requiere de cara a las próximas décadas.