Fuente: El Faro Luz y Ciencia, miércoles 7 de septiembre de 2022, Ciudad de México
Por: Drusila Torres
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El escritor Salman Rushdie fue víctima de un ataque el pasado 12 de agosto, en el Instituto Chautauqua, al oeste de Nueva York, mientras esperaba ser anunciado para brindar una conferencia sobre autores en exilio y la libertad de expresión. Varios testigos señalan a Hada Matar, un joven de 24 años, estadounidense de origen libanés, como el agresor. En una entrevista para el New York Post, se preguntó al joven si conocía la obra del autor, ante lo cual contestó que solo había leído un par de páginas, que lo había escuchado hablar en ciertas conferencias vistas en internet y que le parecía un escritor falso. Resulta alarmante que las ideas petrificadas y el nulo interés en la búsqueda de la verdad, desemboquen en una violencia criminal al punto de negar la dignidad humana.
Por tal motivo, en este escrito recapitulamos detalles de la vida y obra de Salman Rushdie, para situar la relevancia de su voz en el tiempo presente. Rushdie es un escritor británico-estadounidense de origen indio, nació en 1947 en Bombay. Publicó su primera novela, Hijos de la medianoche en 1981; pero fue su cuarta obra, Los versos satánicos (1988), motivo de polémica para algunos grupos islámicos. Esto derivó en que el ayatolá Ruhollah Jomeiní, quien fuera líder supremo de Irán, emitiera una fatwa, en febrero de 1989, en la que pedía el asesinato del escritor. De esta medida que parece obtenida de un libro de historia de la Edad Media, se siguió la censura del libro en algunos países y el retraso en su impresión y difusión en otros. Al paso de los años, ha provocado protestas, atentados y la muerte de varias personas, entre ellas, el traductor al japonés de Los versos satánicos, Hitoshi Igarashi; hasta que arribamos al mes anterior, cuando la vida del autor también se puso en peligro.
Actualmente, Rushdie se encuentra en rehabilitación de sus heridas graves. Se espera que sea una recuperación lenta, debido a las múltiples afectaciones físicas que sufrió. Podría aún caber la pregunta: ¿por qué los lectores en español deberíamos sentirnos interpelados por Salman Rushdie? Ente las muchas razones existentes, en este momento me parece necesario destacar la conexión que hay entre Rushdie y un estilo de escritura significativo para América Latina: el «realismo mágico».
El anterior, es un término que se puede aplicar en diversos ámbitos del arte; en particular, en literatura «realismo mágico» significa la irrupción de lo mágico en lo cotidiano. Se distingue de lo maravilloso medieval, porque en este, lo mágico resulta evidentemente sobrenatural. Por ejemplo, cuando en la literatura medieval se habla de milagros, el lector entiende que el acontecimiento descrito es una excepción a las reglas del mundo de los personajes. En la literatura clasificada como fantástica, por otro lado, el mundo ficticio está constituido por diversos elementos extraordinarios, no obstante, tanto los personajes como el narrador, asimilan ese ambiente como algo dado: por ejemplo, la presencia de dragones, hechizos o seres que se transforman es «natural» para el lector de obras populares como Canción de Hielo y Fuego o en literatura consagrada como los cuentos fantásticos de Julio Cortázar.
En cambio, cuando el escritor o escritora acude al «realismo mágico», describe un mundo parecido al «real»: los personajes suelen asemejarse a los humanos, el ambiente es terrenal y el contexto histórico está más o menos situado en el tiempo histórico. Sin embargo, en cierto momento una escena o el guiño de algún personaje se presenta al lector como anómalo, mientras que los personajes permanecen inmutables ante tal hecho. El ejemplo paradigmático es la elevación de Remedios, la bella, por las alturas del cielo, envuelta en una de las sábanas que colgaban en el patio de la casa de los Buendía (Cien años de soledad). Por un lado, su cuñada, Fernanda del Carpio, se preocupa más por la falta de la prenda de cama y por otro lado, Úrsula, la abuela, asume el hecho como una consecuencia natural de las actitudes previas de la nieta. Mientras tanto, los lectores nos asombramos y pedimos una explicación que nunca llega. A la vuelta de las páginas del libro, nuestro deber es aceptar el suceso y continuar a pesar del estupor.
«Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.
–¿Te sientes mal?–le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
–Al contrario –dijo–, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en su total amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.
Los forasteros, por supuesto, pensaron que Remedios, la bella, había sucumbido por fin a su irrevocable destino de abeja reina, y que su familia trataba de salvar la honra con la patraña de la levitación. Fernanda, mordida por la envidia, terminó por aceptar el prodigio, y durante mucho tiempo siguió rogando a Dios que le devolviera las sábanas.» (García Márquez, Cien años de soledad)
El recurso estilístico del realismo mágico cultivado en la escritura latinoamericana, se extendió hacia los escritores de la India porque ambos compartimos algo: provenimos de territorios donde se dio una simbiosis, a fuerza de la colonización, entre la mitología y la historia, entre los ancestros y el conquistador, entre el origen y lo impuesto. Los habitantes de Latinoamérica y la India hemos tenido que sobrevivir la modernidad protegiendo los vestigios de nuestras culturas originarias. Lo explica mejor Salman Rushdie, cuando habla de la influencia que recibió de García Márquez:
«When I first read García Márquez I had never been to any Central or South American country. Yet in his pages I found a reality I knew well from my own experience in India and Pakistan. In both places there was and is a conflict between the city and the village, and there are similarly profound gulfs between rich and poor, powerful and powerless, the great and the small. Both are places with a strong colonial history, and in both places religion is of great importance and God is alive, and so, unfortunately, are the godly.» (Rushdie, “Magic in Service of Truth”)
Así como los lectores y lectoras latinoamericanos podemos aceptar el milagro de Remedios, la bella, nos parecerá creíble también que un par de hombres caigan del cielo, se salven de un accidente de aviación y que, mientras descienden, admiren a las diosas de su antigua cultura.
«Se hallaban en lo que parecía ser un largo túnel vertical. Chamcha, atildado, envarado y todavía cabeza abajo, vio cómo Gibreel Farishta, con su camisa sport color púrpura, nadaba hacia él por aquel embudo con paredes de nube, y quiso gritar: «No te acerques, aléjate de mí», pero algo se lo impidió, un agudo cosquilleo que se iniciaba en sus intestinos, de manera que, en lugar de proferir palabras hostiles, abrió los brazos y Farishta nadó hacia ellos y quedaron abrazados cabeza con pie, y la fuerza de la colisión les hizo voltear y caer haciendo molinetes por el agujero que conducía al País de las Maravillas. Mientras se abrían paso, surgieron de la blancura una sucesión de formas nebulosas, en metamorfosis incesante de dioses en toros, mujeres en arañas y hombres en lobos. Nubes-criaturas híbridas se precipitaban hacia ellos, flores gigantes con pechos humanos colgadas de tallos carnosos, gatos alados y centauros, y Chamcha, en su aturdimiento, tenía la impresión de que también él había adquirido calidad nebulosa y metamórfica, híbrida, como si estuviera convirtiéndose en la persona cuya cabeza estaba inserta entre sus piernas y cuyas piernas se enlazaban alrededor de su largo y estirado cuello.» (Rushdie, Los versos satánicos)
Esta escena de Los versos satánicos ha sido estudiada por la doctora Wendy Phillips (UNAM), en su analogía con el cuento «Un hombre muy viejo con alas enormes» de Gabriel García Márquez. Asimismo, otros estudios evidencian la influencia de autores como Carlos Fuentes y Juan Rulfo en el escritor de origen indio.
La escuela del realismo mágico en los escritores de la India no se limita al autor que en este espacio me convoca, pues la novelista Arundhati Roy en El dios de las pequeñas cosas (1997), también exploró esta veta narrativa. Para concluir, podemos afimar que el realismo mágico es un legado de la literatura latinoamericana para el mundo y, por qué no, vale la pena acercarse a conocer de fondo la obra de Rushdie para deleitarnos con su escritura y atestiguar en su obra aquello que nos es común.
Referencias
García Márquez, Gabriel, Cien años de soledad, Real Academia Española, edición conmemorativa, 2007.
Phillips, Wendy, “De ángeles caídos y otras calamidades caídas del cielo”, conferencia del ciclo Orientalismo(s) en perspectiva latinoamericana, 15 de abril 2021. URL: https://web.crim.unam.mx/node/402
Rushdie, Salman, Los versos satánicos, Traducción del inglés de J. L. Miranda, edición disponible en internet, 1989.
______, “Magic in Service of Truth”, The New York Times, 21 de abril 2014. URL: https://www.nytimes.com/2014/04/21/books/review/gabriel-garcia-marquezs-work-was-rooted-in-the-real.html
Drusila Torres Zúñiga. Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas (UNAM). Profesora y escritora. Activista por el derecho a la educación y al trabajo digno. Twitter: @drusilatz