Elena Garro en el boom latinoamericano

Elena Garro fue una de las grandes y poco frecuentadas virtuosas del siglo XX literario y político.

Fuente: El Faro Luz y Ciencia, miércoles 7 de septiembre de 2022Ciudad de México

Por: Drusila Torres

Tiempo de lectura: 5 mins.


Figura emblemática y precursora del «boom latinoamericano», Elena Garro mantiene no solamente su vigencia sino que comienza a ser estudiada y leída con mayor profusión en los círculos de literatura mexicana e internacional.


Cuando se oye hablar del «boom latinoamericano» en nuestro imaginario prefiguran los títulos de las novelas distinguidas no solo por su popularidad sino por su calidad narrativa, por ejemplo Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Rayuela de Julio Cortázar, La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, entre otras; sin embargo, es menos común asociar alguna autora con este movimiento literario, que se convirtió en una plataforma para que los autores latinoamericanos y su escritura fueran conocidos el ámbito internacional.

Una de las características de las novelas del boom era su innovación en las maneras de contar historias; por ejemplo, se evidencian en ellas el uso de varios tipos de narrador, el juego con el tiempo narrativo, la hipérbole sintáctica y semántica, así como las innumerables imágenes poéticas que se disfrutan a través de las descripciones de estos relatos de largo aliento. Sin dejar de mencionar el recurso estilístico llamado “realismo mágico” que definimos, en pocas palabras, como la irrupción de lo fantástico en lo cotidiano. 

Antes de Cien años de soledad (1967), novela por antonomasia asociada al boom, contamos con obras que podrían haber participado de este movimiento literario si la suerte de los autores hubiera sido diferente; por ejemplo, El mundo alucinante de Reinaldo Arenas, quien probablemente fuera excluido por su ideología, subversiva para otros escritores (que apoyaban la Revolución cubana).

Como Arenas, una de las autoras relegadas del este fenómeno es Elena Garro. Me atrevo a decir que fue “castigada” por varias circunstancias entrecruzadas: en primer lugar, por ser mujer, ya que en aquellos años los círculos de escritores eran cerrados y de predominancia varonil; por tal motivo la autora, a pesar de haber escrito obras dignas de galardones literarios (Premio Xavier Villaurrutia 1963), no era mencionada en las entrevistas, ni en las listas de autores de la época.

El segundo castigo es su inclinación ideológica, pues es sabido que Garro venía de una educación conservadora y poseía un pensamiento político controvertido pues, mientras que por un lado apoyaba las causas de los grupos sociales desfavorecidos (como a los campesinos de Morelos que eran despojados de sus tierras), también fue señalada como informante del gobierno durante los eventos trágicos de Tlatelolco en 1968. Este hecho desencadenó tal nivel de animadversión y acoso hacia su persona, que la llevó a alejarse no solo de las letras mexicanas sino del país, refugiándose en Nueva York, Francia y España, desde 1969 hasta 1993.

Y el tercer castigo, a mi parecer, no solo lo padeció ella sino también otras escritoras de la época, quienes también pudieron haber sobresalido como autoras del boom en su momento, pero que solo son reconocidas hasta ahora: Rosario Castellanos, Inés Arredondo (ambas de México), Clarice Lispector (Brasil), Silvina Ocampo (Argentina) y María Luisa Bombal (Chile), entre otras. Castigadas también por su ingenio, por su capacidad literaria o, en otras palabras, por el mismo talento que se observa en los autores varones pero que en la mujer, desde la perspectiva de mitad del siglo XX, parecía una rareza o incluso una especie de desviación o locura y, por lo tanto, una cualidad antinatural. Evidentemente, la falta de visión de la sociedad de la época y de sus colegas escritores para valorar y dar lugar a las capacidades de las escritoras, es la viga en el ojo que les impidió incluir a Elena Garro y a las demás autoras, tanto en la industria editorial que hizo explotar el boom como en los gustos de los lectores del siglo pasado.

Ahora son otros tiempos y podemos apreciar en la primera novela de la autora poblana su carácter de obra de arte pues, después de una era, no solo no deja de ser valiosa, sino que sus cualidades se aprecian de forma más evidente. En aquella novela percibimos el peso del territorio como personaje viviente; ahí está el pueblo de Ixtepec contándonos su destino desde una roca; observamos también el delineado de los personajes femeninos y masculinos que se enfrentan a luchas externas por la supervivencia e internas por seguir sus pasiones; hallamos diálogos y monólogos que sentencian o acompañan el tránsito a la muerte, así como imágenes actuales, casi cinematográficas, como aquella escena prodigiosa en la que el tiempo se detiene durante una página, mientras Ixtepec nos describe cada gesto congelado y cómo lucen las motas de polvo al caer. 

No olvidemos también que, además del virtuosismo de los recursos literarios, el boom latinoamericano atrajo el interés de lectores del orbe porque constituía un testimonio (aunque de ficción) de la historia profunda de los países colonizados. En este sentido, en Los recuerdos del porvenir encontramos también las huellas traumáticas que han dejado en las familias y poblaciones de México la Revolución, la Guerra Cristera y, en fin, las luchas desiguales entre civiles y el poder.

Quizá ninguna de las autoras antes mencionadas estuviera conforme con la mera inclusión de sus nombres en la lista de autores del «boom latinoamericano». Quizá la misma Elena Garro se negaría a comparar su obra con la de sus contemporáneos. Entonces, quizá vale la pena escribir y describir su propia historia y el movimiento literario que se construyó al margen del gran boom; y que ahora resurja la lectura de las obras de estas autoras, cuyas escrituras han pervivido para que sean apreciadas en el presente por una comunidad de lectoras y lectores que las sitúe con justicia en la historia de la literatura. 

Casualmente, escribí esta columna un 22 de agosto de 2022, aniversario luctuoso de Elena Garro (1916-1998), escritora poblana cuya primera novela publicada, Los recuerdos del porvenir (1963), está catalogada por varios críticos literarios como precursora del realismo mágico y del boom latinoamericano. 

Sigue a la autora en Twitter: @drusilatz

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