ODS 9: Innovación, industria e infraestructura |México COVID-19

Fuente: El Faro Luz y Ciencia, jueves 30 de abril de 2020, CDMX.
Escrito por: Viridiana Moreno y José Pablo Aretia* Miembros de la Red Juvenil El Faro/Agenda 2030.

Hoy más que nunca, se requiere enfocar los esfuerzos en la innovación, la industria de todos los sectores y fortalecer la infraestructura para superar las emergencias suscitadas con el COVID-19. Estamos hablando del Objetivo de Desarrollo Sostenible 9 de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible enmarcados en la Agenda 2030 son el mayor esfuerzo multilateral ejercido por la comunidad internacional para enfrentarse los retos globales, que bajo la situación actual, se vuelven más importantes y necesarios ante la inminente crisis económica que se avecina.

Para México es importante trabajar en resolver los grandes desafíos del país que se ven intensificados ante las circunstancias inesperadas por la pandemia global COVID-19, donde cada uno de los ODS puede reforzar las acciones para superar las problemáticas contextuales, aplicándolos de manera interrelacionada e interdependiente, es decir, de manera integral.

Pero en las muchas facetas para integrar esfuerzos, el Objetivo 9: Industria, Innovación e infraestructura es nodal.

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Dicho ODS tiene por misión “Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación”, entendiendo como infraestructura resiliente “la capacidad de estos sistemas para funcionar y satisfacer las necesidades de los ciudadanos durante y después de un peligro natural”; así como la  industrialización inclusiva y sostenible como “inclusión en la fuerza laboral y procesos de modernización sostenibles en la actividad industrial”; y finalmente la innovación como aquella generación de conocimiento práctico enfocado al desarrollo sostenible.

A la vez, se encuentra íntimamente ligado con la calidad y accesibilidad de la infraestructura en pro del desarrollo económico y el bienestar (meta 9.1), la industrialización (meta 9.2), el fortalecimiento de las MiPyMeS mediante su incorporación a cadenas de mayor valor agregado y el acceso a los servicios financieros (meta 9.3), la reconversión sostenible de la industria (meta 9.4), la producción y fomento de la investigación científica con recursos financieros, normativos, humanos y tecnológicos (metas 9.5 y 9.b) y finalmente las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) (meta 9.c).

La crisis sanitaria y económica que se presentan en la coyuntura actual reflejan serias limitaciones, pero también oportunidades de mejora en torno a estos elementos.

Para entender en su plenitud el impacto, debemos anteponernos primero al antagonismo y protagonismo del mismo, en cuanto a la evolución tecnológica, la interconectividad y la globalización, es decir, todas las repercusiones positivas y negativas que antes podían ser regionales, ahora se vuelven globales, caso claro, la presente pandemia. Tan sólo de 8 de diciembre que se confirmó el primer caso de COVID-19 en Wuhan, China, el día de hoy existen 3,193,886 casos confirmados y 227,638 muertes en el mundo.

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Para ello, si deseamos responder positivamente a estos procesos acelerados, el desarrollo industrial y científico (meta 9.2), la innovación tecnológica y el transporte, deben estar acompañados de ajustes progresivos, mecanismos y protocolos que tomen en cuenta los nuevos riesgos de nuestra nueva realidad, incluyendo el sanitario en beneficio de la sociedad (meta 9.1).

Cabe mencionar que la falta de protocolos para la atención, detección y limitación de la movilidad ha sido una de las debilidades más contundentes del mundo ante la propagación del virus.

Al respecto, la Unión Internacional de Transporte Público UITP indicó que “los sistemas de transporte público deben considerarse un entorno de alto riesgo debido a: un gran número de personas en un espacio confinado con ventilación limitada; sin control de acceso para identificar personas potencialmente enfermas; una variedad de superficies comunes para tocar (máquinas expendedoras, pasamanos, pomos de puertas, etc.)”, el cual ha hecho una serie de recomendaciones para los sistemas nacionales de transporte de los países.

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A pesar de lo anterior, la infraestructura de comunicaciones y transportes (aérea, carretera, ferroviaria) también han jugado un papel reivindicatorio que permite acercar los productos y servicios a la población resguardada, lo que inclusive ha aumentado el uso del e-commerce. Según la Asociación Mexicana de Ventas Online AMVO, en el 2019 en México tuvo un crecimiento entre el 35 y 38% en el comercio electrónico, asimismo de acuerdo con Adobe Analitycs, desde que inició el aislamiento, las compras de despensa en línea aumentaron en 69%.

Entendiendo esta tendencia y las necesidades existentes, una gran área de oportunidad esta en dirigir la innovación hacia las Tecnologías de Información y Comunicación TICs (relacionada con la meta 9.c) lo que proporcionará a las empresas y trabajadores de herramientas para enfrentar la cuarentena, aunque, previamente, hay que considerar la forma de llegar a la población en el sector informal, que representa el 56% del total conforme a los datos del 2019 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI.

En este punto, un ejemplo es la creación del CoDi y la integración del Fintech por parte del Banco de México, los cuales apenas están siendo adoptados por la población.

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En cuanto a la meta 9.3, para el fortalecimiento de las MiPyMeS, los bancos han señalado que otorgarán “facilidades” para reducir el impacto, a su vez el Gobierno de México derivado de su Plan de Reactivación Económica, a través de la Secretaría de Economía modificó el Programa de Microcréditos para el Bienestar para apoyar a las microempresas familiares en soportar la ausencia de flujo económico.

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Por otro parte, tenemos la relación de este ODS con la infraestructura en salud, que para el caso de China le ha permitido construir un hospital en 10 días y proveerse de los insumos y desarrollo científicos necesarios (desde inicios de abril han aplanado la curva de contagio, manteniéndose en los 84,347 casos). En el caso de México, sólo cuenta con 610 hospitales y 11,634 camas (en alianza con las entidades educativas y hospitales privados esta aportándose más espacios de atención), para tratar a las personas con COVID-19, y los insumos como ventiladores, cubrebocas N95, entre otros, han sido importados. Tal realidad, nos hace repensar en la inversión a la ciencia (meta 9,5): en nuestro país se destina para ciencia y tecnología 0.5% del Producto Interno Bruto PIB. 

¿Qué hay de la investigación científica? La comunidad científica hace su parte.

Marcelo Ebrard, Secretario de Relaciones Exteriores solicitó el apoyo de la Secretaría de Educación Pública SEP, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONACYT y de las entidades de educación públicos y privados para encabezar el trabajo; en coincidencia la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM puso a disposición la integración de tres grupos de trabajo para atender las necesidades en materia de salud, medio ambiente e insumos; también el Consejo General de Salubridad, máxima autoridad en salud frente a la pandemia, está apoyando más de 35 proyectos de investigación científica y de desarrollo tecnológico para contribuir en el combate al COVID-19. Sin embargo, ¿podrían ser mejores las condiciones si hubiera más inversión del Estado a este rubro?

Ahora, los médicos y el mundo científico en general trabajan contrarreloj para diseñar técnicas y productos para aportar las mejores soluciones. Pero, ¿qué debemos engrosar para prevenir estos escenarios y superar los existentes?

Evidentemente México debe fortalecer el apoyo al desarrollo de la ciencia y la tecnología; a su vez, para un mediano y largo plazo es apropiado hablar de mejorar la industria de sectores prioritarios como el energético (ahora se debatido continuar con “Dos Bocas” y la aportación en PEMEX, quizá el análisis está en el tiempo para efectuarlos); además, se deben generar sinergias que promuevan el progreso científico y tecnológico, –aquí, en cuanto a las acciones mexicanas para detener el COVID-19, ha habido una gran contribución de “Triple Hélice” (vinculación gubernamental, empresarial y académica), aunque puede mejorarse aún más-; la protección de la propiedad intelectual, el financiamiento y penetración de los prototipos mexicanos en los mercados nacionales e internacionales, en la industria, en la vida cotidiana y en los servicios.

Para finalizar, no debemos olvidar que las condiciones de la población mexicana pueden pasar a ser más dramáticas: las limitaciones de infraestructura, innovación, industria, investigación científica, presupuesto y seguridad social; precariedad e informalidad laboral y el aumento de la pobreza, incurren en un grave daño a nuestra nación; y si deseamos en verdad “no dejar a nadie atrás” deberemos  prevenir y aumentar los esfuerzos en cumplir con la Agenda 2030.

Twitter: @Viridia10310154
                @jpabloaretia

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